La Habana, 20 ago (RHC) Tras una fructífera vida dedicada a la investigación y la epidemiología, el científico cubano Carlos Juan Finlay falleció un día como hoy pero del año 1915.
Finlay, médico epidemiólogo, descubrió el agente trasmisor de la fiebre amarilla, aunque fue injustamente calificado como el médico del mosquito, al no encontrar oídos receptores a su teoría expuesta por primera vez el 18 de febrero de 1881 en el Congreso Internacional de Salubridad.
Allí, expuso su revolucionaria hipótesis sobre el contagio de la fiebre amarilla mediante un vector biológico, con la identificación de la hembra del mosquito Aedes aegypti como el sujeto trasmisor del germen de un individuo enfermo a uno sano.
Completaba así su genial descubrimiento, que mostraba ante el mundo una nueva forma de contraer las enfermedades epidémicas a través de un agente intermedio, pero no fue hasta 20 años después que su programa de saneamiento se puso en ejecución con la finalidad de eliminar las zonas que pudieran permitir la reproducción del vector.
Sus recomendaciones higiénicas permitieron erradicar la fiebre amarilla en Panamá, Río de Janeiro, Veracruz, Nueva Orleans y otros lugares del hemisferio occidental, donde los reiterados brotes cobraron un incalculable número de víctimas fatales.
Actualmente el mundo lo reconoce como el descubridor absoluto del agente transmisor de la fiebre amarilla, un hallazgo que rompió las concepciones prevalecientes en esa esfera de la medicina, según las cuales las dolencias solo podían diseminarse por contacto directo entre las personas o debido a la influencia de un factor ambiental.
Por sus valores Finlay fue nominado en siete ocasiones para el premio Nobel en Fisiología y Medicina, galardón que nunca le fue conferido, en tanto su obra es el principio fundamental de la epidemiología moderna y sus estudios están activos y sirven de pautas para el enfrentamiento a otras enfermedades transmisibles por vectores.
Hoy su nombre identifica a uno de los más prestigiosos centros científicos cubanos, el Instituto Finlay Vacuna, dedicado a la investigación y producción de vacunas humanas y cuyos servicios están dirigidos a preservar la salud, combatir enfermedades y prolongar la esperanza de vida de la humanidad, lo que le ha merecido reconocimiento internacional.
A 105 años del fallecimiento de su inspirador, esa institución se ubica en la vanguardia mundial de la industria biotecnológica y médico–farmacéutica, lo que le ha valido contar, entre otras, con las vacunas antimeningocócica, antileptospirósica trivalente, antitifoídica y antitetánica.
Su más reciente propuesta, Soberana 01, es un candidato vacunal que iniciará el 24 de agosto la primera etapa de ensayos clínicos como fármaco profiláctico en un estudio que abarcará a 676 personas de entre 19 y 80 años con el objetivo de comprobar su eficacia contra la letal Covid-19. (Fuente: Prensa Latina)