Carlos Manuel de Céspedes
La Habana, 27 feb (RHC) El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, resaltó a través de su cuenta en X, el legado del Padre de la Patria y primer Presidente de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes, al conmemorarse hoy 150 años de su muerte.
Recordó las palabras de Céspedes cuando dijo: “Cubanos: con vuestro heroísmo cuento para consumar la independencia. Con vuestra virtud para consolidar la República. Contad vosotros con mi abnegación”.
Por su parte, el primer ministro de la República, Manuel Marrero, rememoró las palabras del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, cuando expresó que Céspedes simbolizó el espíritu de los cubanos de aquella época, simbolizó la dignidad y la rebeldía de un pueblo -heterogéneo todavía- que comenzaba a nacer en la historia.
Igualmente el canciller de la nación caribeña, Bruno Rodríguez, resaltó el pensamiento del héroe cuando desde muy temprano alertó que la aspiración del Gobierno de Estados Unidos era apoderarse de Cuba.
Hace exactamente 150 años, el aquí conocido como Padre de la Patria perdió la vida durante un desigual combate contra las tropas colonialistas españolas en la localidad de San Lorenzo, en la Sierra Maestra, en el oriente cubano.
Abogado de profesión y terrateniente, Céspedes liberó a sus esclavos en la finca La Demajagua, en la hoy oriental provincia de Granma, el 10 de octubre de 1868 y los convidó a la independencia o la muerte para iniciar así la guerra de liberación contra España.
Con el grado de mayor general del Ejército Libertador, asumió en abril de 1869 la presidencia de la República en Armas.
Trazó estrategias para llevar la guerra a todo el país a partir de una cruzada del oriente al occidente, con el objetivo de destruir las riquezas de España para socavar sus fuentes de sustento y conquistar finalmente la soberanía nacional.
Tensiones y discrepancias con la Cámara de Representantes llevaron a que esta depusiera a Céspedes el 27 de octubre de 1873.
Según historiadores de la isla, la deposición fue la antesala de su muerte porque lo privaron de ayudantes y escolta, y al mismo tiempo, lo obligaron a marchar a la saga del gobierno.
Injustamente privado de la escolta que por el alto cargo desempeñado le correspondía, cayó el 27 de febrero de 1874 en una emboscada perpetrada por el Batallón de Cazadores de San Quintín, de los cuales se defendió con solo un revólver.