El levantamiento que fraguó a una nación

Editado por Pablo Rafael Fuentes
2024-10-10 05:42:03

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Foto tomada de Granma

La Habana, 10 oct (RHC) Aquella alborada gloriosa en la que un ingenio se convirtió en el crisol de una contienda libertadora; cuando una campana anunció con sus repiques, por vez primera, el llamado al combate; y un hombre extraordinario unió a esclavos y terratenientes, a pobres y ricos, para convocarlos a luchar por la libertad, a Cuba le nacía un símbolo enaltecedor de identidad y una fecha memorable para todos los tiempos: el 10 de octubre de 1868.

Allí, en La Demajagua, se prendía la chispa irreverente que tanto necesitaba la tierra oprimida por la Metrópoli española. Allí, muy cerca del mar, se iniciaba una gesta impostergable para abolir la esclavitud y abrazar la soberanía. Allí, bajo un sol luminoso, se comenzaba a fraguar la nación cubana y la génesis de lo que hoy somos como pueblo.

Al frente de aquel levantamiento, un hombre íntegro: Carlos Manuel de Céspedes, el patricio bayamés devenido Iniciador de nuestras luchas independentistas, y quien en la solemnidad del momento exclamó: «Ciudadanos, este sol que veis alzarse por la cumbre del Turquino viene a alumbrarnos el primer día de libertad e independencia para Cuba».

Lo acontecido entonces sería estremecedor. Con un estandarte cosido a mano, un manifiesto preclaro y un ideal inquebrantable se producía el estallido de la Guerra Grande. Junto a Céspedes otros patricios y terratenientes con estirpe de héroes, esclavos dignificados como ciudadanos y campesinos libres se dispusieron entonces, a partir hacia la manigua a conquistar, con su honor y con su sangre, la libertad de la Patria. Iban armados apenas con unas pocas armas de fuego, algunas lanzas de púa y los machetes de cortar la caña. Pero los engrandecía el decoro.

«¡Esa era Cuba, cubanos! / Esa la patria natal, / Vergonzoso carnaval / De siervos y de tiranos. / Mas Céspedes con sus manos / Alzó a los libres un trono, / Y ardiendo en sagrado encono / Justo, prepotente, bravo, /Transformó en hombre el esclavo, / En ciudadano el colono», escribiría luego, conmovido, sobre aquella jornada épica, el poeta y patriota bayamés José Joaquín Palma.

Desde entonces, el 10 de octubre de 1868 devino parteaguas de nuestra historia, y en la esencia misma de un proceso emancipador único que continuaron luego otras generaciones heroicas, y que hoy, 156 años después, seguimos defendiendo bajo el principio de que esta Cuba libre no puede jamás volver a ser esclava. (Fuente: Granma)



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