Foto: Estudios Revolución
La Habana, 15 nov (RHC) La Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), arriba hoy al aniversario 25 de su fundación. Los más de 31 mil médicos que se han formado en Cuba como parte de ese hermoso proyecto soñado por Fidel, han sabido convertirse en verdaderos abanderados en defensa de la vida.
Hay quienes dicen que a finales de 1998 la esperanza había abandonado a Centroamérica y el Caribe: dos huracanes tremendos, George y Mitch, dejaron un gran número de víctimas mortales y un incalculable daño material en esos pueblos, ya azotados desde antes por la pandemia de la pobreza.
En medio de “ofertas generosas” y “cifras millonarias” de ayuda de los más poderosos, que en pocas semanas pasaron al olvido, Cuba se empeñó en ayudar a reconstruir allí la esperanza. Cuba no hizo promesas, Cuba puso manos a la obra para hacer realidad sueños, y a golpe de solidaridad comenzó a dar forma a un maravilloso proyecto de vida que este 15 de noviembre cumple 25 años.
Esperanza: justamente en eso se ha convertido la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) para los miles de jóvenes que desde los lugares más pobres del mundo llegan a sus aulas, desde hace un cuarto de siglo, para contribuir en sus países “al más noble y humano de todos los oficios: salvar vidas y preservar la salud”, como les pidió Fidel el día fundacional de ese emblemático centro.
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Sería en un Fórum de Ciencia y Técnica, el 21 de noviembre de 1998, cuando el Comandante en Jefe anunció la creación de una escuela de Medicina y ofreció las primeras 500 becas para la hermana Nicaragua. La entonces Academia Naval Granma fue el lugar escogido, y aun en medio de las encomiables labores constructivas que se encontraban en marcha, el 27 de febrero de 1999 llegaron los primeros 327 jóvenes de ese país: en junio, la matrícula ascendía a mil 929 estudiantes, provenientes de 18 naciones.
El 15 de noviembre de 1999, en el contexto de la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, en presencia de un alto número de presidentes y jefes de delegaciones asistentes a esa cita, el Comandante en Jefe dejó oficialmente inaugurada la ELAM, la cual consideró como “una modesta contribución de Cuba a la unidad e integración de los pueblos”.
Pero ese gran sueño de Fidel no se limitó a un único y tangible espacio geográfico en la citadina capital cubana, sino que, tres años después del primer paso, comenzó a extenderse a las universidades de Ciencias Médicas de todo el territorio nacional donde, curso tras curso, se gradúan cientos de profesionales que forman parte de ese maravilloso proyecto de solidaridad.
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Valiosos y comprometidos educadores han hecho realidad ese sueño de Fidel, de formar médicos de ciencia y conciencia. Tras 20 graduaciones, de la ELAM han egresado 31 mil 180 profesionales, provenientes de 122 países, que han sabido convertirse en abanderados de ese gran sueño gestado por Fidel de llevar “médicos y no bombas” al mundo.
Y si difíciles eran para Cuba aquellos días fundacionales -cuando el país atravesaba los complejos años del periodo especial-, no menos difícil sigue siendo hoy el contexto en que nos desenvolvemos, marcado por la imposición a nuestro pueblo del injusto bloqueo económico, comercial y financiero por parte del Gobierno de los Estados Unidos, así como la inclusión de la Mayor de las Antillas en la lista de Estados supuestamente patrocinadores del terrorismo.
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En medio de tantos obstáculos económicos, los principios que dieron origen a la ELAM continúan intactos. Los más de 200 educadores que integran su claustro se empeñan en llevar a las aulas una formación de calidad, que no solo se distingue por la elevada preparación de los estudiantes, sino también por sus principios de solidaridad, ética, compromiso, sensibilidad, profesionalidad… esos que desde hace más de seis décadas distinguen el quehacer cotidiano de los galenos cubanos.
A soñar y a creer en la esperanza convocó el Comandante en Jefe a los más pobres que, 25 años atrás, llegaban a nuestro país para formarse como médicos y defender desde esa noble trinchera, la vida. La historia de la ELAM, una Universidad ligada indisolublemente a la historia de Cuba, ha demostrado al mundo que en nuestra pequeña isla “hacedora de imposibles” no dejaremos nunca de creer en la esperanza.
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(Fuente: Presidencia Cuba)