Por Claudia Patricia Domínguez
Nada consolida más los lazos afectivos de una madre con su hijo que esa sensación única de ver el rostro complacido de su bebé mientras es alimentado por su propio ser, el mismo que le dio la vida.
Esta conexión indudablemente se fortalece con el paso de las semanas, los meses y hasta los años, pues quien no ha escuchado de niños que solo pueden dormir si sienten cerca de ellos el calor del pecho de su progenitora, quizás para algunos sea costumbre o símbolo de protección, pero sin dudas es la mayor prueba de amor que nos da “mamá”.
La lactancia materna es probablemente uno de los temas de mayor popularidad en la sociedad, pues en él tienen cabida desde los consejos más especializados hasta los mitos y tradiciones de la “abuelita”, los cuales por mucho que avance la medicina, permanecen inamovibles en el pensar de la sociedad.
No son pocas las madres que se someten a cuanto remedio exista para que la leche sea suficiente o las que a los tres o cuatro meses se dejan llevar por los “consejos” y comienzan a darle puré o cereal importado que se comercializan en las tiendas de divisa… “porque mientras más coma, más rápido crece”.
Tania Wilson, jefa del servicio de neonatología del Hospital Lenin de Holguín y responsable de este programa en esa provincia del oriente de Cuba, dijo a la ACN que no existe nada más alejado de la realidad, pues mientras mayor sea el tiempo que el infante es alimentado con leche materna exclusivamente, mejor será su calidad de vida.
"Resulta esencial que se conserve solo esta vía de alimentación durante los primeros seis meses", argumentó, ya que esta acción es la que protege al niño de la aparición de enfermedades diarreicas, alérgicas y respiratorias, lo cual garantiza un proceso evolutivo de su sistema inmunológico superior al de un niño que no es lactado el período recomendado.
Insistió que los beneficios trascienden a la mujer ya que en este proceso no solo se favorece el bebé, sino que ayudan a la prevención de patologías como cáncer de útero, ovarios o mama.
"Los muy conocidos y asediados productos de Nan y sus derivados por muy natural que parezcan, a juzgar por la etiqueta son productos artificiales que pasan por un proceso industrial, lo cual nunca va a sustituir en beneficio y calidad la leche materna", subrayó la doctora.
Agregó que a esto se le suma el consecuente impacto económico en el entorno familiar, el cual puede ser bastante excesivo, si se tiene en cuenta que para su preparación y, para niños muy pequeños, debe hacerse con agua en botellas selladas para evitar la trasmisión de gérmenes.
Explicó que solo el médico de la familia con el especialista del programa materno infantil de cada área de salud son los únicos capacitados para suspender la lactancia y asesorar la forma más idónea para su sustitución.
Aquellas que padecen enfermedades como el VIH Sida o algún tipo muy específico de leucemia, las que reciben algún tratamiento con citostáticos y las pacientes epilépticas cuyo tratamiento excede las tres tabletas como frecuencia diaria son las que no pueden lactar, por los riesgos que estos fármacos pueden acarrear para el pequeño.
Más allá de prejuicios o apariencias estéticas está la salud y bienestar del infante, quien solo necesita de la protección que ofrece el pecho de su madre desde el nacimiento para seguir adelante en la vida.
(Tomado de la ACN)