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Al tiempo que la variante Ómicron de la COVID-19 continúa propagándose en el mundo, y los resfriados y la gripe de temporada de invierno son más comunes, resulta muy fácil confundirlos.
En cuanto esta variante empezó a propagarse, los médicos notaron ligeras diferencias en los síntomas de sus pacientes con respecto a las variantes anteriores.
Síntomas leves y similares a los del resfriado, como dolor de garganta, estornudos y secreción nasal, parecen ser cada vez más frecuentes, al tiempo que las manifestaciones características de la COVID-19, como la fiebre, la tos y la pérdida del gusto o del olfato, disminuyen.
Según un estudio publicado en la revista MedRxiv, Ómicron podría infectar la garganta antes que la nariz, mientras que otras variantes prefieren acampar primero en las fosas nasales. Así, el pasado mes de diciembre, Ryan Noach, director general de Discovery Health, la mayor aseguradora sanitaria privada de Sudáfrica, informó que los pacientes con Ómicron suelen enunciar en primer lugar que les pica la garganta, y luego presentan congestión nasal, tos seca y dolores corporales.
El resfriado es la más leve de las afecciones, es una dolencia que alcanza su punto máximo entre el segundo y el tercer día, y sus síntomas más habituales suelen ser estornudos, congestión nasal, moqueo, dolor de garganta, tos, goteo de mucosidad en la garganta y lágrimas, y como norma no suele producir fiebre.
La gripe viene acompañada de un proceso febril y dolor muscular.
La variante Ómicron presenta síntomas, que incluyen taquicardia, tos, dolor de garganta, secreción nasal, fatiga extrema, dolor de cabeza y fiebre. Sin embargo, no se pierden el olfato o el gusto.
La única forma de saber si es sólo un resfriado o gripe o si se trata de la variante Ómicron del nuevo coronavirus, es por medio de una prueba PCR, sobre todo, si se ha cumplido con el ciclo de vacunación, con lo cual es más probable tener síntomas leves. (Tomado de RT en español).