Renacen las mansiones del Valle de los Ingenios

Editado por Martha Ríos
2016-09-07 18:47:33

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El Valle de los Ingenios y la torre de Manaca Iznaga. Foto: Archivo

Por Enrique Ojito

Desde la fábrica de azúcar de Santa Teresa, en el borde de la costa sur de Trinidad; hasta la de San José de Limones, casi en las estribaciones del Escambray (centro-sur de Cuba), en otros siglos, la sacarocracia criolla levantó su imperio en el Valle de los Ingenios a base de esclavos, cepo listo para negros montaraces, caña a tres trozos y, por supuesto, de dinero a raudales.

Aunque el tiempo, el clima, el hombre y las crisis económicas se confabularon a lo largo de las centurias —a tal punto de echar abajo casi todo lo construido en la planicie de unos 250 kilómetros cuadrados—, hasta hoy llegaron 13 casas haciendas en diversos niveles de decadencia, construidas a la orilla de los negocios por aquello de que el ojo del amo…

La reconstrucción de esos inmuebles constituye un punto medular del programa de rehabilitación integral del Valle de los Ingenios, impulsado desde el 2009 bajo la rectoría del Ministerio del Turismo (Mintur), con la participación de más de una decena de entidades y organismos.

Ocho de las antiguas mansiones integran la etapa inicial del proyecto de recuperación; la mayor parte (Buena Vista, Guachinango, Las Bocas, Algaba y Manaca Iznaga) corre a cargo del Mintur.

Dos (Guáimaro y San Isidro de los Destiladeros) son gestionadas por la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y del Valle de los Ingenios, y El Abanico es responsabilidad de la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna.

Actualmente en diferentes fases, las acciones cuentan con el escrutinio de la Oficina del Conservador y del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, para rescatar, en lo posible, los valores ancestrales de las suntuosas viviendas y lograr su coherencia con los elementos incorporados.

La dirección de la mencionada oficina asegura que los criterios colegiados han prevalecido para salvaguardar la esencia del patrimonio, sin menoscabo de la necesidad del Mintur de generar ingresos a través del fomento del turismo rural, comunitario, arqueológico y de naturaleza.

Mintur: manos a la obra

En fecha reciente, Reiner Rendón Fernández, delegado del sector en la provincia de Sancti Spíritus  anunció el inicio de la consolidación estructural de la cubierta de Guachinango, prevista para restaurarla completamente este año.

Dicha vivienda, que ya prestó servicios gastronómicos, posee notoriedad por ser la única sobreviviente en el valle vinculada con una hacienda ganadera.

En Manaca Iznaga se pretende intervenir el restaurante en funcionamiento desde hace años; además, donde era la nave-almacén y herrería del ingenio, se abrirá otro con 250 capacidades. Con miras a ello se liberaron 21 viviendas, según Rendón Fernández, quien informó la apertura de esta inversión en el 2017.

El Mintur restaura, asimismo, la casona de Buena Vista, una especie de rara avis en toda la región, pues sus propietarios la erigieron en la primera mitad del siglo XIX más apegada al neoclásico europeo que a los aires vernáculos en boga.

Debido a permanecer habitadas, Las Bocas y Algaba aguardan por el inicio de las labores de restauración y conservación, cuya magnitud dependerá de su grado de deterioro.

Al decir de la máxima autoridad del Turismo en la provincia, Flora y Fauna se alista para intervenir en El Abanico, que incluye la ejecución de cinco viviendas para sus moradores actuales.

Gracias al accionar de la Oficina del Conservador y de las fuerzas ejecutoras, los quehaceres en casas haciendas de Guáimaro y San Isidro de los Destiladeros se encuentran en fase avanzada, como lo ha mostrado Escambray en otras ediciones.

Vocación Extrahotelera

Aún cuando el Valle de los Ingenios tiene potencialidades para disponer de unas 100 habitaciones en el 2030, su vocación será extrahotelera, incluidas sus inestimables posibilidades para el desarrollo del senderismo y de las excursiones.

Los directivos del ramo no pierden de vista la tendencia creciente del arribo de turistas diariamente al centro histórico urbano de Trinidad, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, junto al Valle de los Ingenios.

De ahí, la estrategia de ofrecerles otras opciones a los miles de visitantes que concurren a la tercera villa fundada por los españoles en Cuba.

En consecuencia, el antiguo emporio azucarero —unido al renacimiento de sus cañaverales y la reforestación— ve resurgir gradualmente las mansiones levantadas a látigo de mayoral en la llanura, custodiada por las montañas.

(Tomado del periódico Escambray)

 



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