por Alina M. Lotti
¿Cerámica Matacochino? El nombre es lo primero que llama la atención en el stand del artesano Lázaro Valdés Pérez, cuya muestra se presentó en el contexto de la XX Feria Internacional de Artesanía FIART 2016, en el conocido recinto de Pabexpo y que recién concluyó.
Sin abandonar las tradiciones y el corte utilitario, Lázaro combina formas y colores y obtiene una variedad incalculable de piezas. Hay frutas, bandejas, tazas, platos, jarrones… La lista resulta interminable. Pero lo más simpático es el nombre.
¿De dónde surge Matacochino?, le pregunto en medio de un gran ajetreo comercial en su espacio de venta.
“Mira —dice riéndose— el calificativo viene por parte de mi abuelo. Vivo en Calabazar, un pueblo al sur de La Habana, y allí él era dueño de una panadería, entonces la gente lo buscaba para sacrificar al animal, luego lo preparaba, lo asaba. Así que la gente le puso ese sobrenombre a la familia, y donde quiera que te pares y preguntes por nosotros, enseguida alguien te va a decir dónde puedes encontrarnos”.
¿Alguna formación académica? ¿Alguna obra?
“Calabazar es un poblado muy alfarero; desde chiquito mi papá me daba un pedazo de barro para jugar. Con los años tuve oportunidad de ingresar en la escuela de nivel medio San Alejandro. Allí estudié pintura, me preparé, y es la tónica que hoy doy a la cerámica.
“Sí, tenemos gran variedad. Son muchos años creando. Cada año hacemos algo nuevo que se va uniendo al grupo de piezas; dejando siempre una mirada más moderna sin abandonar un estilo propio, pero haciéndolas más artísticas”.“En la Sociedad Yoruba de Cuba están algunas de mis obras y, más recientemente, casi hace un año, inauguré en la Universidad de las Ciencias Técnicas (Cujae) una escultura de José Antonio Echeverría”.
En tu stand comercial hay posibilidades para todos los bolsillos…
“Los años nos han ayudado mucho a prosperar. Hago cerámica esmaltada, y para ello reciclo algunos materiales, como el vidrio. Los pigmentos los importo de México, pero los esmaltes los confecciono con productos nacionales, entre ellos la arena sílice y las ampolletas de inyecciones, por mencionar algunos.
“Todo eso se muele en unos molinos, y se logra un esmalte precioso, sin contaminante alguno. Veinte años atrás empezamos trabajando con plomo, en este sentido después fuimos mejorando las producciones”.
¿Posibilidades de las ferias de cada año?
“Son muchas, nos da la oportunidad de mostrar al mundo y a nosotros mismos lo que somos capaces de hacer. Creo no nos hacen falta muchas cosas para salir adelante, FIART lo demuestra en cada ocasión. Si seguimos en este camino, ¡vamos a llegar lejos! La espero en Calabazar, no dude en visitarnos”, esa fue la despedida, y continuó atendiendo a los clientes.
(CubaSí)