por Elizabeth Borrego Rodríguez*
La ciudad espirituana conserva en su templo emblemático elementos arquitectónicos y culturales únicos llegados con los españoles hace ya medio milenio.
La Iglesia Mayor, principal edificación de la religión católica en la cuarta villa fundada por los colonizadores en Cuba, sobresale por sus encantos arquitectónicos y el acervo de historias tejidas a su alrededor.
El trazado de las urbes, el empedrado de calles, los palacetes de ricos hacendados y las ruinas de antiguos centrales azucareros constituyen parte de la herencia hispánica en las villas primigenias fundadas en la isla.
Sin embargo, estudiosos de la arquitectura y la historia de esa etapa coinciden en catalogar de inigualable el conjunto de instituciones religiosas concebida por los colonizadores en las primeras villas.
Con más de 500 años, la ciudad de Sancti Spíritus, a 360 kilómetros al este de La Habana, conserva entre sus edificaciones más importantes el templo en funciones más antiguo de Cuba cuya construcción demoraró 60 años.
La obra, terminada en 1680 con el nombre de Iglesia Parroquial Mayor, constituye además el edificio más antiguo fechado en la Villa del Espíritu Santo, según refiere la historiadora María Antonieta Jiménez.
Sus valores arquitectónicos y culturales le hicieron merecer la condición de Monumento Nacional en 1978, destacándolo como una manifestación criolla de la arquitectura morisca.
Un estudio titulado Iglesia Parroquial Mayor, del investigador Manuel Echevarría, asegura que las características del templo evidencian una similitud con el ambiente andaluz prevaleciente en Sevilla, en la primera mitad del siglo XVI.
Según el autor la parroquia acusa influencias del arte mudéjar o morisco, expresado en el empleo de técnicas árabes fundidas con la arquitectura cristiana de la etapa adaptada a las condiciones y materiales disponibles en la isla.
La iglesia consta de dos capillas, una torre-campanario y una nave principal rectangular y alargada, de muros de tapia y ladrillos, con techo de cedro artísticamente trabajado y revestido de tejas criollas.
En su entrada principal, la iglesia posee un frontón más alto que ancho, de cierta elaboración arquitectónica, compuesto por una puerta, tres ventanas de cuerpo medio y un nicho en lo más alto.
La torre-campanario, que destaca por su altura, está integrada por tres cuerpos cúbicos y posee en lo más alto una cúpula en sustitución de la antigua terminación piramidal que dejaron maltrecha varios eventos meteorológicos.
Según refiere Echevarría, dicha torre fue la más alta de la isla al concluir la iglesia en el siglo XVII, y posee desde 1911 el tercer reloj que ha tenido la Parroquial Mayor en sus más de tres siglos.
El propio autor destaca entre lo más significativo del conjunto, el arco que separa a la nave de presbiterio, único de su tipo en Cuba, cuya construcción se asocia con la visita a la villa de un alto dignatario de la Iglesia católica.
El elemento es todo de madera, y presenta a ambos lados relieves dorados que adornan la inscripción donde puede leerse: 'Fue hecho este arco por disposición del Ilmo. Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, digno señor Obispo de esta Isla de Cuba por S.M.C.D., año 1739'.
Estos valores, unido al arsenal de mitos asociados al templo, convierten a la Iglesia Mayor en un importante componente de la historia y la cultura colonial en la isla.
FUENTE DE LEYENDAS
Según destaca Jiménez fue del interés de la corona española propagar la fe católica por el Nuevo Mundo, lo que configuró la fuerte red de instituciones de este tipo que aun existe en el continente.
Esto determinó además que durante siglos las iglesias resultaran centros rectores del conocimiento y la cultura para las ciudades de Latinoamérica y Cuba con sus particularidades en cada una.
El profesor Carlos Gómez asegura que en Sancti Spíritus específicamente la devoción por el catolicismo en los siglos XVII y XVIII está asociada también al poco comercio y a la inexistencia de una salida al mar.
Como pueblo de tierra adentro, los espirituanos crearon sus propias instituciones, que formaron parte también del desarrollo económico gestado, lo que provocó que en el siglo XVIII la ciudad presentara una estructura religiosa de mucha fuerza.
Una de las leyendas asociadas a la parroquia describe una misteriosa red de túneles que entrelaza varias instituciones religiosas entre sí y desemboca en el río Yayabo.
Según el profesor y ensayista Carlos Gómez, esta historia recrea la presencia por esos pasadizos de un peculiar güije, especie de duende característico de la cultura cubana cuya apariencia semeja a un negrito diminuto de facciones grotescas.
El personaje del güije aparecía en la villa durante las fiestas populares para bailar con las mujeres y beber cerveza entremezclado en la multitud para luego desaparecer por el túnel de la iglesia.
Otra historia narra como una señora de clase alta, Rosa Barroso, cuya acta de nacimiento aparece fechada en el siglo XIX, pidió pagar sus pecados en vida con su entierro en la puerta principal del templo.
Aunque nunca se encontraron restos humanos durante las reparaciones realizadas en el siglo pasado, esa entrada se reconoce entre los fieles como la Puerta del Perdón desde hace décadas, señala Jiménez.
Esos mitos contribuyen a que la Iglesia Parroquial Mayor represente los valores culturales y arquitectónicos más auténticos de la colonización en la villa en un solo edificio.
*Corresponsal de Prensa Latina en Sancti Spíritus.