Por: Guadalupe Yaujar Díaz
Detenido en el tiempo el edificio de ”La Dominica”, en la ciudad de Cárdenas de la provincia de Matanzas, donde ondeó por primera vez en Cuba nuestra enseña nacional, espera desde hace casi diez años por la culminación de una restauración capital que ahora se anuncia para 2018.
Por el deterioro que presenta se hace impostergable la acción revitalizadora de esta parte del tesoro de nuestra cubanía y devolverle a Cárdenas, conocida en la Isla como la Ciudad Bandera, un inmueble patrimonio intangible que atesora incalculables valores históricos y arquitectónicos.
En la instalación, hoy seriamente afectada, se acometen desde hace años algunas reparaciones de salvamento pero ninguna ha logrado recuperar totalmente el sitio declarado Patrimonio Nacional el 17 de mayo de 2000.
Me comentan algunos coterráneos y dos historiadores que “La Dominica” podría perder esa condición, hecho que sería inaceptable.
Se alude a la falta de financiamiento estatal para la continuación de la obra, lo cual dilata aún más los reclamos de los cardenenses, en primer orden, y las miradas atónitas de quienes conociendo el lugar y su trascendencia preguntan ¿qué ha pasado aquí?.
Claro que los cuestionamientos están a tono con la política de preservación del Patrimonio que mantiene nuestro país, impulsada en La Habana por la Oficina del historiador Eusebio Leal, y en el resto del país por las autoridades de cada territorio.
Todos exhiben la conservación de parques y monumentos, lugares y tarjas a pesar de los maltratos de ciudadanos indolentes.
En La Dominica, erigida en 1849, se hospedó en noviembre de 1893 el General del Ejército Libertador Antonio Maceo, durante la visita que realizó clandestinamente a Cárdenas con objeto de despistar a sus perseguidores.
En la memoria histórica se recoge que Maceo estuvo, durante su breve estancia con el objetivo ver el inmueble en que se enarbolo ,en primicia, la enseña nacional el 19 de mayo de 1850 de los principales acontecimientos vinculados al ataque y toma de Cárdenas por Narciso López y sus hombres.
El terreno fue inicialmente adquirido por Alejandro Rodríguez Capote, rico hacendado local de origen canario, quien ordenó construir en la calle de Princesa en el entorno de la Plaza de Fernando VII, luego de Colón, lugar fundacional en 1828 del poblado de San Juan de Dios de Cárdenas; 2 hermosas casas de cantería y tejas, de dos plantas y de estilo neoclásico.
Estas edificaciones se conocieron, a partir de la década del sesenta del Siglo XIX, como La Dominica y La América, nombres de los establecimientos comerciales y hoteleros que albergaron durante un largo período de tiempo.
El primero de estos edificios, fue levantado por su propietario en el mismo sitio en el que había construido, en la década del 30 del siglo XIX, una humilde casa de madera, guano y tejas, de una sola planta.
En 1840 varios vecinos de Cárdenas, Ramón Casasus, Arzobispo de Guatemala y Obispo de La Habana, dispusieron la traslación provisional de la Iglesia Parroquial de San Cipriano de Guamacaro y de su Archivo Parroquial hasta el lugar.
En sus orígenes también sirvió entre 1840 y 1846 de Capilla provisional, mientras se construía la Iglesia Parroquial de la ciudad.
Rodríguez Capote alquiló también en 1846 a la Junta Municipal de Cárdenas, la segunda planta de la casa – construida de madera y tejas en la primera mitad de la década del 40 del siglo XIX – en la que había radicado la Capilla de San Cipriano.
Por este motivo, el edificio, en el cual residía también el Teniente Gobernador y su familia, junto a otras personas, fue considerado como Casa Consistorial de la ciudad hasta 1855, año en que se traslada la sede del Gobierno colonial al Callejón de Andriani.
Mientras en1882 los salones de la planta alta acogieron el Club de Cárdenas, y entre 1892 y 1898 esa sociedad devino centro conspirativo de primer orden para las reuniones de los miembros activos de la delegación del Partido Revolucionario Cubano y de su Servicio Secreto, constituida en Cárdenas durante la Guerra del 95.
En 1861, luego del fallecimiento del propietario, el edificio devino en café, al cual sus primeros propietarios, los comerciantes catalanes Tió y Capdevila, denominaron La Dominica.
Posteriormente en 1873 el catalán Jobita Dalmau quedó como socio y dueño del establecimiento al cual tras acomodarle algunas habitaciones y alojaron a quienes visitaron la ciudad; en la mayoría de los casos a aquellos que querían trasladarse a la cercana playa de Varadero, balneario que comenzaba a interesar a la sociedad local y habanera de la época.
En el inmueble fungió, además, en la segunda mitad del siglo XIX, la primera estación telegráfica que tuvo la ciudad.
En los últimos años las habitaciones de ésta edificación alojaron a relevantes historiadores, personalidades de la cultura nacional, la escritora Renée Méndez Capote y su padre, el general del Ejército Libertador Domingo Méndez Capote, quién fue Vicepresidente de la República de Cuba en Armas; y a Polet Oti de Rojas, nieta del Polet Oti de Rojas nieta del General Oscar María de Rojas, jefe de la Brigada Cárdenas y al que Maceo ,durante el paso de la invasión en 1896, le otorgo el grado de Comandante.
En los últimos años y por más de dos décadas, este hotel acogió a los “cardenenses ausentes” que llegan cada año a la ciudad natal, la Ciudad Bandera, con motivo de la celebración de la Semana de la Cultura, primicia nacional de ese tipo de evento.
Los cardenenses ansiamos que ese lugar se restaure con urgencia dada su importancia y no se pierda por pretextos económicos que atentan con ese orgullo local que traspasa la frontera del país.
No olvidemos que es allí donde, por primera vez, se enarbolo la bandera cubana aunque no vino como hija de la independencia verdadera, pero sí fue la que se aprobó el 11 de abril en 1869 durante la Asamblea Constituyente de Cuba en Armas en Guáimaro, como enseña de la nación cubana.
https://www.ecured.cu/Edificio_La_Dominica
http://www.radioenciclopedia.cu/noticias/resguardan-cardenas-parte-importante-historia-cubana-