Conmovedora carta a Cuba del enfermero italiano Andrea Bettinelli

Editado por Pedro Manuel Otero
2020-05-01 19:51:41

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Crema. Abril 2020.-Soy enfermero del Servicio Nacional de Salud Italiano. Trabajo en la unidad operativa de emergencias del hospital de Treviglio, provincia de Bergamo y soy ciudadano de Crema.

Estaba de turno cuando el 21 de febrero la prensa italiana informó de algunos pacientes resultados positivos en el COVID-19 en Codogno, una ciudad del lodigiano apenas unos veinte kilómetros de mi hospital y de mi ciudad.

Desde hace al menos un mes, la epidemia fue declarada emergencia nacional, después de que la OMS lanzó la alarma mundial. Hasta ese día nos pareció un asunto lejano que aún no había tocado nuestras vidas.

Recuerdo que hablé con mis colegas en turno de los casos de Codogno, la amenaza nos apareció más cerca de lo que hasta entonces podíamos percibir, empezamos a enfrentar cómo protegernos y cómo manejarla pero nunca podríamos haber imaginado lo que íbamos a vivir en los meses siguientes.

Fuimos abrumados.

En las semanas siguientes, la epidemia se extendió. Primero en el Lodigiano, luego en el cremonese, en Crema, donde viven mis padres, en el bresciano y en el bergamasco, en treviglio, donde trabajo.

Miles de infectados, miles de muertos.

En esos días emergencias estallaba, los pacientes en las camillas estaban en todas partes, la gente estaba enferma, el hambre de aire, las miradas cargadas de miedo y nosotros que nos costábamos para aguantar la impresionante carga física y emocional de prestar atención y asistencia a cualquiera.

También empezaron a enfermar los colegas, médicos, enfermeras, personal auxiliar y realmente nos sentimos solos.

Es en momentos como estos que la solidaridad hace renacer la esperanza.

Cuando un pueblo envía al rescate a sus médicos y enfermeras a miles de kilómetros de distancia, es en ese momento que entiendes el concepto de lo que es la solidaridad y de cómo no existen fronteras sino sólo una humanidad.

El 22 de marzo de 2020, 36 médicos y 15 enfermeras cubanos aterrizaron en el aeropuerto italiano de Malpensa (MI), para llegar a Crema y hacer su excepcional contribución a la emergencia sanitaria, preparando un hospital de campo.

En Crema, en mi ciudad. Cuando mi padre me envió la foto de la Brigada "Henry Reeve" llegando a Crema, me emocioné.Lo digo sin retórica o exagerar. Me conmovió.

Vi sus rostros, sus vestidos ligeros, sus sonrisas. Personas que dejaron a miles de kilómetros de distancia sus hogares y familias para poner a disposición de un pueblo en dificultades sus habilidades, profesionalidad, su pasión.

Esa es la solidaridad, me dije. Ese es el internacionalismo.

El auténtico.

Los colegas de Crema que trabajan en ello me dicen que son profesionales sensibles, hábiles, humanísimos.

Los pacientes los aprecian, cualquiera que aprecia una ayuda sincera en un momento de dificultad.

Son buenos y preparados, tienen un gran espíritu de adaptación y los pacientes que han sido asistidos se encontraron muy bien, sobre todo para la humanidad, porque los médicos y enfermeras cubanos están demostrando especialmente atentos no solo a la "enfermedad" sino sobre todo a la persona.

Escribo esta carta porque quiero agradecer a cada médico, a cada enfermero cubano que nos está ayudando en este difícil momento, quiero agradecer al pueblo cubano que siempre ha demostrado ser un pueblo generoso y solidario.

Espero que nunca sea necesario y en este momento vale como un sincero agradecimiento pero si mañana deberían necesitar nuestra ayuda nosotros estaremos allí.

Ha llegado el momento de eliminar el odioso y criminal embargo que ha estado apretando la isla de Cuba desde hace casi 60 años.

Sé que en estos días Cuba también se enfrenta a la emergencia coronavirus, soy solidario con ustedes y confío en que su sistema de salud pública y universal sabrá enfrentarlo mejor.

Aislar los brotes, identificar la cadena de contagio, asistir desde el primer día a las personas que se enferman es lo más valioso y eficaz que puede hacer un sistema sanitario para contener y vencer a la epidemia.

Sé porque lo vivo, que no es fácil adaptarse a un enemigo invisible como este virus.

Cambiar nuestra socialidad y nuestra forma de vivir, considerar a cualquiera un portador potencial y, por lo tanto, limitar al máximo los contactos y relaciones sociales, usar siempre máscaras y lavarse las manos cuando tenemos que salir se ha convertido en nuestra nueva forma de relacionarnos con el mundo y es la forma en que vamos a derrotar a este feroz, filamento de ARN.

Espero que esto nos enseñe a los seres humanos una nueva forma de relacionarnos con los demás, de ser solidarios entre nosotros, de ser generosos y no esclavos de la economía o del beneficio porque la vida es preciosa y las relaciones humanas son lo más en el mundo hacen esta vida digna de ser vivida.

El nivel de una sociedad se mide por lo capaz de cuidar a las personas más frágiles de la sociedad. Los ancianos, los niños, los enfermos. Cuba está demostrando al mundo que es una gran y generosa sociedad.

Gracias de nuevo, ganaremos esta batalla juntos.

Hasta la victoria siempre,

Andrea Bettinelli

Enfermero italiano



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