Por: Guadalupe Yaujar Díaz
La Habana, 27 jun (RHC) El faro del Castillo del Morro de La Habana, reconocido símbolo de la capital cubana, fiel vigía del acceso a la bahía del puerto habanero, terminó de construirse el 21 de junio de 1845.
Este vigía de la importante rada, está enclavado en las murallas del Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro, antigua fortaleza española, posee un alcance de 18 millas náuticas y emite dos destellos de luz cada 15 segundos. Erigido de sillería y 45 metros de altura sobre el nivel del mar sustituyó al viejo faro de cal y canto que utilizaba leña como combustible.
Tiene dos cuerpos, el primero es de setenta y seis pies de alto y el resto está rematado con una cornisa donde hay una balaustrada de hierro, base donde se apoyan la linterna y la cúpula.
Tercero en dar la bienvenida a las naves y viajeros que arriban, ofrece una imagen flamante con una cúpula octogonal de metal con cristales especialmente diseñados para guiar a buques y aviones.
En tanto, una escalera de caracol de 170 peldaños conduce hasta este centinela, que exhibe una imponente y maravillosa vista del Centro Histórico de La Habana Vieja, y de los cambios de una ciudad en plena transformación a 500 años de su fundación.
El añejo vigilante habanero
Desde los primeros años de la villa de San Cristóbal de La Habana, sus vecinos valoraron las condiciones que tenía una elevación existente en la orilla derecha de la bahía, a la que le dieron el nombre de “el Morro”, para situar allí vigías que anunciaran la presencia naves enemigas.
Con más eficacia que desde la opuesta ribera, desde el Morro se divisaba una zona más amplia del mar, así como también toda la costa por el este, al otro lado de la loma de la Cabaña.
Esta posición defensiva de vigilancia quedó remarcada en la sesión del Cabildo habanero de 30 de abril de 1551, en que se dispuso que desde el día siguiente se pusieran velas en el Morro, “según se acostumbra... por haber nuevas de franceses”.
Con el fin de realizar una mejor observación desde ese punto, en 1563 el gobernador Diego de Mazariegos mandó a construir en aquel lugar una torre de cal y canto, de seis y medio estadios de alto y a 15 estadios sobre el nivel del mar, que serviría de atalaya contra los piratas y corsarios, pues desde allí se podía extender la vista hasta ocho leguas de distancia.
En 1762, los británicos atacaron la isla y la farola del Morro quedó seriamente dañada por la artillería. Tras la recuperación de la plaza por los españoles en 1763, se erigió un fanal en el baluarte del Morillo, llamado así por tener en la punta un torreón pequeño, alimentado por leña hasta finalizar el siglo XVIII.
En 1764, se empezó a utilizar la torre del castillo como faro. A principios del siglo XIX comenzaron a usar gas para iluminar el faro y, posteriormente, aceite, y en 1945, se introdujo el alumbrado eléctrico y en el Castillo del Morro.
Esta torre fue demolida en 1844, construyéndose la torre actual que recientemente arribó a su aniversario 175.