El primer buque de guerra mambí, y el primer capitán de fragata cubano

Editado por Maria Calvo
2024-04-01 08:12:26

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Vapor español

por Delfín Xiqués Cutiño

Era de noche, aquel martes 23 de marzo de 1869, cuando el vapor español Comanditario terminó las operaciones de carga y embarque de 78 pasajeros en el puerto de La Habana.

El práctico subió al puente de mando y le dio instrucciones al oficial de guardia para comenzar a realizar la maniobra de desatraque de la nave. Una vez separada del muelle, comenzó a surcar lentamente por el canal de salida de la bahía, hasta mar afuera, donde giró a estribor, fijó el rumbo y comenzó a navegar avante toda.

Agustín Santa Rosa

Algunos días antes, los jóvenes patriotas cubanos Ángel Loño y Agustín Santa Rosa habían contactado con la Junta Patriótica Revolucionaria de La Habana para informar que era posible apresar el vapor Comanditario en alta mar, secundados por algunos tripulantes de su confianza, para luego artillarlo y convertirlo en una nave de guerra mambisa.

La misión fue planificada minuciosamente. En el menor tiempo posible, un reducido grupo de patriotas, 27 en total, –número muy inferior al de los tripulantes y los 78 pasajeros que estaban a bordo– debían capturar la embarcación.

Los jefes del comando asaltante fueron Loño y Santa Rosa, y los complotados del barco Juan López O´Connor, segundo comandante del buque; el piloto Eloy Felipe Camacho; los maquinistas Joaquín Aguiar, Juan López, Antonio Roig y Pedro Hombrón; y el sobrecargo Juan B. Osorio Borrero, quien fuera miembro de la armada española, en la cual alcanzó el grado de Alférez de Navío.

DE COMANDITARIO PASÓ A SER YARA

Alrededor de las 11:30 de la noche de aquel 23 de marzo, cuando el Comanditario navegaba en su ruta de cabotaje de La Habana al puerto de Cárdenas –lo cual hacía dos veces a la semana–, muy cerca a la entrada del puerto de Matanzas, el grupo de patriotas que estaba a bordo, armado con machetes, fusiles y revólveres, ocuparon las entradas a las cámaras, el puente de mando, la sala de máquinas y otros estratégicos puntos de la embarcación, que en pocos minutos cayó en su poder.

Una falsa llamada logró que el capitán del barco, Telmo Jofre, acudiera a la cámara de señoras. Allí lo detuvieron y lo llevaron para su camarote, donde lo sentaron en una silla y lo ataron.

José Chacón Castellanos, quien fuera uno de los jóvenes que participó en esta riesgosa misión, daría su testimonio, en 1898, a La Revista de Cayo Hueso, en el que, aseguraba que, «sin más ni más, apuntaban airados, diciendo: ¡atrás! Y al mínimo asomo de protesta siquiera quitaban toda gana al osado, conminándole: No se mueva. Si se mueve, lo mato».

Cuando el capitán del barco penetró en la cámara de señoras, el piloto Eloy Camacho le apuntó con un revólver y lo detuvo. Sin perder la calma, el oficial intentó persuadirlos y les dijo: «No sean locos. Vean bien lo que hacen. Yo soy un caballero, y si desisten no se sabrá nada. Todo quedará en paz, como en familia».

Los pasajeros, entre ellos seis mujeres, fueron encerrados en sus camarotes, al igual que el resto de la tripulación que no había participado en la acción.

A la mañana siguiente, les dijeron que el barco ahora se nombraba Yara, que pertenecía a la República de Cuba en Armas, su primera nave de guerra mambisa, y en el mástil se izó la enseña nacional. Todos fueron desembarcados en Cayo Roque, dejándoles provisiones y agua.

Juan Bautista Osorio

En una breve reunión, los ahora intrépidos marinos designaron al Alférez de Navío Eloy Felipe Camacho, como Comandante del buque, y a López O´Connor como su segundo; levantaron acta y procedieron a llenar la Patente de Corso que el presidente Carlos Manuel de Céspedes había firmado en blanco. Ignoraban que el mandatario, el día 16 del propio mes, había nombrado a Juan B. Osorio Borrero como Capitán de Fragata de la Armada de la República de Cuba, primer cubano en ostentar ese grado.

Los marinos cubanos decidieron poner rumbo a Ragged Island, en Bahamas, para solicitar la protección de un buque peruano que allí se encontraba, y servirle de auxiliar, hasta tanto el Yara pudiera artillarse y equiparse adecuadamente.

SE DESCUBRE LA ACCIÓN

En La Habana los armadores del barco, la Compañía General Cubana de Navegación, pensaban que había naufragado o que había ocurrido otra desgracia, pero hasta ese momento no existía evidencia que así lo demostrara.

Ante la incertidumbre, se enviaron mensajes telegráficos a las naves que navegaban por esa zona solicitándoles información urgente del desaparecido Comanditario.

Caía la tarde el día 25 cuando el oficial de guardia del bergantín inglés Plower, que navegaba muy cerca de Cayo Sal, detectó un bote a la deriva con un grupo de personas a bordo que le hacían señales.

Cuando les prestaron auxilio, los náufragos se identificaron como pasajeros y tripulantes del Comanditario, e informaron que otros 50 se encontraban en el islote, en espera de que fueran rescatados.

Oficiales del buque inglés enviaron un mensaje a los armadores del Comanditario, informándoles que los pasajeros y tripulantes se encontraban sanos y salvos, indicándoles, además, el lugar donde se localizaban.

La noticia de la captura del vapor Comanditario se divulgó ampliamente en España, lo que puso en una incómoda situación política al Capitán General en la Isla, Domingo Dulce, quien montó en cólera y dictó el Decreto sobre Piratería, mediante el cual los buques españoles podrían apoderarse en alta mar de cualquier nave sospechosa.

Esta decisión provocó protestas por parte de Estados Unidos, Inglaterra y otros países, por lo que luego se vio obligado a suspenderla.

Antes de llegar a Nassau, el Yara agotó las reservas de carbón, su máquina se detuvo y quedó al pairo (sin avanzar) hasta que pudo izar las velas para continuar, lentamente, navegando.

José Chacón, uno de los jóvenes
que participó en el apresamiento
del vapor español Comanditario.

Foto: La Revista de Cayo Hueso

En tanto, en La Habana, las autoridades españolas, para darle caza al buque mambí, movilizaron a la cañonera Luisa, al vapor de guerra San Quintín, y a los mercantes artillados Marsella y Dihigo, para que peinaran toda la cayería donde, supuestamente, se podría ocultar la nave mambisa.

Mientras, el Yara llevaba varios días navegando a la vela cuando fue avistado, el día 31, entre los cayos Grand y Little Stirrup, por un barco mercante que alertó a las autoridades españolas de La Habana.

Cuando se aprovisionaba de carbón en el canal norte de la isla de Nueva Providencia, en Bahamas, fue localizado por la cañonera Luisa. El Yara intentó escapar, pero fue capturado con 6 tripulantes a bordo y remolcado hacia La Habana. Otros 6 se ahogaron al tratar de llegar a la costa a nado. El resto consiguió escapar en varios botes.

Ángel Loño y Agustín Santa Rosa, jefes del comando asaltante, así como Juan Bautista Osorio y otros patriotas lograron llegar a Nassau, donde se ocultaron, para luego abandonar la isla.

Así fue la travesía del primer buque de guerra mambí.(Tomado del diario Granma)

 

 



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