El teatro donde Obama hablará en Cuba

Editado por María Candela
2016-03-19 18:31:07

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Por  Vladia Rubio/CubaSí

En lo que fuera el antiguo Teatro Tacón, hoy Gran Teatro de La Habana, joya de la arquitectura y la cultura de América, dará su discurso el presidente Barack Obama.

Considerada la más antigua institución teatral en activo de Latinoamérica, allí se han presentado Alicia Alonso, Anna Pavlova, Antonio Gades, Sarah Bernhart, Enrico Caruso, Arthur Rubinstein, Serguei Rachmáninov y otras muchas personalidades del arte de los siglos XIX y XX.

Obra del arquitecto Antonio Mayo, el teatro Tacón, donde hoy se levanta el actual coliseo, fue inaugurado el 15 de abril de 1838, en la manzana delimitada por las capitalinas calles San Rafael, San José, Consulado y Paseo del Prado, según sus actuales nombres.

De estilo eminentemente ecléctico, el Tacón fue calificado en su época como el teatro más grande y lujoso del continente americano, y el tercero del orbe, atendiendo a sus posibilidades técnicas. Solo le antecedían la Scala de Milán y el Teatro de la Ópera de Viena.

La más rancia aristocracia criolla de aquel entonces ocupó los 90 palcos y más de 20 filas —que sumaban capacidad para unos 2000 asistentes— para asistir a la inauguración oficial. Tuvo lugar con el estreno de Don Juan de Austria, obra protagonizada por Francisco Covarrubias, actor cubano fundador del teatro vernáculo nacional y del costumbrismo en la literatura cubana.

El primer propietario del Tacón, nombrado así en honor al capitán general Miguel de Tacón y Rosique, quien gobernó Cuba entre 1834 y 1838, fue Pancho Marty. Este lo vendió tiempo después a la Compañía Anónima del Liceo de La Habana.


Las cortinas se descorren

En 1906 la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia compró el teatro y la manzana donde estaba enclavado por un valor de 525 mil pesos. El edificio que hoy conocemos fue construido entre 1907 y 1915, con un costo de un millón 800 mil pesos, para servir de sede al Centro Gallego de La Habana. Para esta nueva construcción sirvió de base el proyecto del arquitecto belga Paul Belau, seleccionado entre las propuestas que se presentaron a concurso.

Quedó así reinaugurado en abril de 1915. Con anterioridad, también había sido llamado Gran Teatro Nacional y Teatro Estrada Palma.

La ópera Aída, de Verdi, por la compañía de Adolfo Bracale, fue presentada en esta reinauguración.

Fue en 1985 cuando, por iniciativa de la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, la edificación recibió el nombre de Gran Teatro de La Habana. Su sala principal conservó el nombre de García Lorca.

Desde 1965 el Gran Teatro de La Habana (GTH) sirve de sede permanente al Ballet Nacional de Cuba y ha fungido como principal espacio del Festival Internacional de Ballet de La Habana.

Su escenario acoge por igual óperas, zarzuelas, operetas y conciertos durante las temporadas del Centro Pro-Arte Lírico, y también las presentaciones del Ballet Español de Cuba y del Centro de Promoción de la Danza (Prodanza).


Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso

El Consejo de Estado de la República de Cuba acordó en septiembre de 2015, con carácter excepcional y en reconocimiento a los aportes de Alicia Alonso a la cultura cubana y universal, su amor a la Patria y fidelidad a la Revolución cubana, denominar el Gran Teatro de La Habana como Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

En 2013 se entornaron sus cortinajes para emprender una reparación capital.

Durante dos años y mediante una inversión en torno a los 50 millones de pesos, fueron restaurados vestíbulos, fachada, palcos, la cubierta, el tabloncillo, los salones de ensayos y otros espacios. También recibieron renovación los telones, el lunetario, la acústica, la climatización y la conocida como mecánica escénica. Todo ello se logró con modernos recursos tecnológicos, pero preservando el valor patrimonial de la instalación.

El 1ro. de enero de este año volvió a nacer el GTH con la gala que tradicionalmente protagoniza el Ballet Nacional, a propósito de cada aniversario de la Revolución. Porque fue a partir de aquel enero de 1959 cuando no solo los aristócratas, los adinerados, pudieron ocupar asiento en el Gran Teatro de La Habana, cuyo principal esplendor se lo da y seguirá dando el pueblo cubano que a él asiste.



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