La lluvia de los últimos días en Cuba

Editado por Pedro Manuel Otero
2016-06-06 13:37:07

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Por Pedro Manuel Otero Cabañas

Desde hace dos semanas llueve de forma regular en casi toda la geografía del archipiélago cubano, agua que viene a aliviar la intensa sequía que ha padecido el país, sobre todo en la porción oriental.

No tengo exactamente la cifra del agua acumulada por esta causa en los más de 250 pequeños, medianos y grandes embalses existentes, pero es fácil inferir que estos han sido beneficiados generosamente por la naturaleza. Más o tan importante como el llenado de las presas, es la mejoría experimentada sin dudas por el manto freático.

La lluvia de estas semanas ha sido generada por fenómenos climatológicos asociados al calentamiento del agua del mar, entre las que figuran dos tormentas tropicales, Bonnie y Colin, que regaron la tierra cubana de un extremo a otro de la gran isla.

Colin, que se formó el pasado domingo sobre el norte de la península de Yucatán, es la tercera tormenta tropical que se forma este año en la cuenca atlántica. Actualmente registra plena actividad.

Aprovecho para recordar que este primero de junio comenzó la temporada ciclónica del Atlántico Norte, que se extiende hasta el 30 de noviembre. Los meteorólogos han previsto la formación de 10 a 16 tormentas tropicales, de las cuales entre 4 y 8 llegarían a huracanes. En una temporada considerada normal se produce una media de 12 tormentas tropicales, de las que 6 se convierten en huracanes y 3 de ellas alcanzan categorías superiores.

Las mala noticia es que los expertos predicen que de entre estos, hasta 4 pudieran alcanzar una categoría superior a los niveles de la escala Saffir -Simpson, de 5, algo impensable si tomamos en cuenta que el nivel máximo contempla huracanes con vientos sostenidos superiores a los 300 kilómetros por hora, que provocarían daños catastróficos.

El ciclón tropical Patricia castigó el pasado año las costas del estado mexicano de Jalisco con vientos cercanos a esta velocidad.

Para los cubanos los ciclones son parte de la cultura. Desde niños aprendemos a lidiar con estas tormentas, que algunos disfrutan por su fuerza convertida en viento y agua y otros temen porque son agentes de destrucción y calamidades.

Esta temporada parece prometer. Ojalá no haya ningún ciclón de los demoledores anunciados por los entendidos, pero no vendría mal un poco más de agua para regar nuestros campos y rellenar los embalses y hasta para la inspiración de algún poeta o compositor de canciones, como aquella célebre del sonero Adalberto Alvarez, que puso a bailar durante una época a todos los cubanos: Agua, que cae del cielo


 



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