por Guillermo Alvarado
La Organización Mundial de la Salud, OMS, y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, decidieron desde 1990 celebrar del 1 al 7 de agosto la semana de la lactancia materna con el propósito de promover esta práctica, que cada año podría salvar la vida de unos 800 mil recién nacidos en el planeta.
Ya sólo esta cifra revela que se trata de un asunto de la mayor importancia, al cual los gobiernos deberían brindarle prioridad porque es uno de los pilares que contribuirán a cumplir con los llamados Objetivos de Desarrollo del milenio, cuya meta está fijada en 2030.
Retrasar la lactancia materna de 2 a 23 horas después del nacimiento aumenta el riesgo de morir en los primeros 28 días de vida en un 40 ciento, pero si ésta se demora 24 horas o más el riesgo de fallecer prácticamente se duplica, destacaron expertos de la Unicef en Ginebra, Suiza.
La leche materna es la primera vacuna del bebé, la mejor protección que tiene contra la enfermedad y todo tipo de trastornos. Debido a que casi la mitad de las muertes de niños menores de cinco años son de recién nacidos, la lactancia temprana puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, aseguró la asesora superior de nutrición de la Unicef, Francia Bégin.
Sin embargo, dijo, unos 77 millones de recién nacidos son privados de este privilegio en sus primeras horas tras el parto.
La situación más dramática se encuentra en África, sobre todo en la región subsahariana, donde hay escasos avances en la promoción de alimentar exclusivamente al bebé con la leche de la madre. En esa área se concentran los índices más elevados de mortalidad infantil en todo el planeta.
Y es que en realidad el asunto va más allá de hacer una labor educativa de largo alcance para convencer a las familias, de manera particular a las mujeres para lactar a sus niños desde el instante mismo del alumbramiento.
A todas luces es necesario brindar una alimentación y servicios de salud adecuados durante el embarazo, para garantizar que la madre esté en las mejores condiciones posibles al momento de tener a su hijo.
Un factor decisivo es garantizar que el parto ocurra en instalaciones hospitalarias adecuadas, algo en lo cual Cuba, un país pobre y además bloqueado, constituye un ejemplo a seguir.
Otro fenómeno negativo es el embarazo en la adolescencia, algo contra lo que la OMS y la Unicef luchan denodadamente, tarea dificultada por graves situaciones de pobreza en muchas regiones del planeta, y también por la persistencia de patrones culturales y sociales, como el machismo y las estructuras patriarcales.
En todo caso las personas las personas, padres de familia, autoridades, educadores o promotores sociales, deberían tener siempre presente un simple, pero aterrador dato: los bebés que no reciben lactancia materna tienen 14 veces más posibilidades más de morir, que aquellos que si lo hacen. Algo, amigos, para meditar