por Guillermo Alvarado

Finalizó en Isla Margarita, Venezuela, la décimo séptima Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, NOAL, con la convicción de la necesidad de revitalizar esa organización para contribuir a un mundo donde primen la paz, la justicia, el respeto, la solidaridad, la cooperación y el desarrollo.

En la declaración de la cita en la que constituye la agrupación más grande de países después de la ONU, se destaca la urgencia de consolidar un nuevo orden internacional destinado a promover la solución de las diferencias por vías pacíficas y salvar así a las nuevas generaciones de las amenazas de la guerra.

Los NOAL se pronunciaron por el logro de los tres pilares fundamentales de las Naciones Unidas, como lo son la paz y la seguridad, el desarrollo y el efectivo respeto a los derechos humanos.

Al terminar el encuentro, que significó también la entrega a Venezuela de la presidencia temporal de ese movimiento, los jefes de Estado y de gobierno ratificaron su decisión de eliminar la amenaza que suponen las armas de exterminio masivo, de manera particular los arsenales atómicos que poseen la capacidad de destruir varias veces nuestro planeta y borrar hasta la última huella de la especie humana.

Durante las numerosas intervenciones, hubo coincidencia en señalar al terrorismo como el principal peligro que existe hoy día y en la condena firme contra grupos como Al Qaeda, el Estado Islámico, Al Nusra y Boko Haram, entre otros que siembran el temor y la incertidumbre en muchos lugares del planeta.

Un lugar especial en el documento lo ocupó la situación en el Oriente Medio y la cuestión de los territorios palestinos ocupados por Israel. Los NOAL exigen la retirada de las fuerzas de Tel Aviv, el fin del inhumano bloqueo a la Franja de Gaza, de los actos de castigo colectivo contra la sociedad civil, del encarcelamiento caprichoso de personas por las fuerzas de seguridad sionistas, la demolición de viviendas y de la expansión de las colonias en territorio ajeno.

Todos estos actos, aseguran los No Alineados, constituyen graves violaciones de los derechos humanos que deben terminar de inmediato y dar paso a un proceso de paz basado en la solución de dos Estados, con las fronteras reconocidas antes de 1967 y con Jerusalén oriental como capital palestina.

Una de las exigencias más repetidas a lo largo de la cumbre fue la reforma de la Organización de las Naciones Unidas para recuperar el papel de la Asamblea General como el órgano más democrático, responsable y universal de la entidad, así como convertir al Consejo de Seguridad en un instrumento eficaz, transparente y representativo, que sea garante de la paz.

El ahora presidente de los NOAL, Nicolás Maduro, jefe de Estado venezolano, se comprometió a que todos los temas recogidos en la declaración final serán presentados en la 71 Asamblea General de la ONU.

Se trata de un documento contundente, profundo y de una gran actualidad que debe ser objeto de análisis y reflexión y que por su importancia seguiremos abordando en los próximos días.