por Roberto Morejón
Como parte de su hostilidad hacia los inmigrantes ilegales, el gobierno estadounidense presentó ideas y los asesores del presidente Donald Trump estudian otras, entre ellas la separación de madres e hijos sorprendidos en el cruce fronterizo.
La peregrina “iniciativa” fue esbozada por el secretario norteamericano al frente del Departamento de Seguridad Nacional, John Kelly.
La separación se aplicaría asimismo a familias de indocumentados con hijos nacidos en Estados Unidos, pues mientras los padres serían deportados, sus descendientes permanecerían en la rica nación.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos se encargaría de atender a los infantes en esa situación, pero el secretario Kelly evitó referirse al desarraigo causado a las familias.
Las reacciones en México ante lo que aún se presenta como un esbozo de política estadounidense fueron enérgicas.
Entre los calificativos utilizados para hablar de la medida destacan “cruel”, “bárbara” y violatoria de los derechos humanos más elementales.
El eventual alejamiento de familias mexicanas como parte de los procesos anti-inmigrantes de Trump se inscribe en un conjunto de procedimientos agresivos hacia la nación latinoamericana.
En casi 50 días de gobierno, el nuevo inquilino de la Casa Blanca hizo efectiva las primeras redadas y deportaciones de inmigrantes sin papeles, aun cuando los 50 consulados mexicanos en Estados Unidos asesoran a sus connacionales.
La Casa Blanca podría ordenar la expulsión de hasta medio millón de personas fuera de la ley en el primer año fiscal del gobierno de Trump, aunque sus ansias son rebasar la cifra.
Para impedir la llegada de nuevos inmigrantes tanto de México como de Centroamérica y otras partes del mundo, el magnate inmobiliario investido de presidente impulsa la construcción de un infausto muro en la frontera con su vecino del sur.
Trump solicitará seis mil 600 millones de dólares al Congreso para iniciar la construcción de la valla y luego tratar de que los mexicanos paguen por las obras.
En su frenética carrera antiinmigrante, el nuevo primer mandatario impartió instrucciones para sumar 15 mil nuevos oficiales a las oficinas para asuntos migratorios y la Patrulla Fronteriza.
Como parte de los intentos por reducir el déficit comercial con México, la propaganda oficial en Washington apremia a empresas estadounidenses a cerrar fábricas o reducir empleos en el país latinoamericano y abrirlos en territorio de la Unión.
El manojo de medidas destaca por su diversidad y alcances nunca vistos, pero la causante de mayor impacto psicológico entre los mexicanos será la de separar a los padres de sus hijos, como sugirió, impasible, John Kelly.
