por María Josefina Arce
Derrotado en sus aspiraciones de convertirse en el candidato por el Partido Republicano a las elecciones presidenciales del pasado año en Estados Unidos, el senador norteamericano Marco Rubio ha dirigido su frustración a conspirar para atacar al pueblo de Venezuela y derrocar a la Revolución Bolivariana.
De lamentables e irrisorios pueden calificarse sus esfuerzos para que la OEA, Organización de Estados Americanos, decidiera aplicar contra Venezuela la Carta Democrática Interamericana por una supuesta ruptura del orden constitucional en el país sudamericano.
Rubio se quedó en el pasado, parece no entender que esa histeria va quedando atrás, que el mundo ha cambiado, pero sobre todo América Latina, que ya no es la región sumisa y dependiente que acataba sin discutir las imposiciones de su vecino del Norte.
Las amenazas no funcionan como antaño. Los países latinoamericanos en su mayoría, están empeñados en decidir su futuro, sin injerencia de otros, y muestra de ello son los pasos que en su integración se han dado en los últimos tiempos.
Sin resultados Rubio intentó amedrentar a El Salvador, República Dominicana y Haití, de cara a la votación en la OEA. El senador condicionó la asistencia estadounidense a que votaran a favor de la aplicación de la Carta Democrática Interamericana contra Venezuela.
Pero como bien se conoció posteriormente, las naciones chantajeadas se pusieron de parte de la verdad y se situaron al lado del pueblo venezolano, cuya solidaridad con sus hermanos latinoamericanos nunca ha estado sujeta a condicionamientos, sino que nace de su generosidad y humanismo.
No sorprende la actitud de Rubio, quien ha sido un constante activista contra el legítimo gobierno de Venezuela, y se ha dedicado a brindar apoyo a cabecillas de la derecha venezolana en sus intentos de interrumpir el mandato constitucional del presidente Nicolás Maduro.
Conocidas son sus conexiones con Leopoldo López, juzgado por su vinculación con las acciones violentas de 2014 que dejaron más de 40 muertos y centenares de lesionados. Precisamente el senador norteamericano figura como uno de los principales financistas de esos lamentables hechos.
El pasado año solicitó también al entonces presidente norteamericano, Barack Obama, que adoptara sanciones contra funcionarios venezolanos, entre ellos la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena.
Es lamentable que aún de ascendencia cubana, el legislador aliente el odio y la irracionalidad contra América Latina y con su actitud intente pisotear el derecho de cada pueblo a su autodeterminación.
Pero muchos aseguran que nada bueno se puede esperar de un hombre que vive a costa de ese odio y que es incluso capaz de tomarse una foto en Miami con Félix Rodríguez, ex agente de la CIA y asesino del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, una figura legendaria en la región y en el mundo que simboliza el internacionalismo.
En el historial de indignidades de Marco Rubio figura también su postura contraria al proceso de normalización de las relaciones que viven Estados Unidos y Cuba, donde nacieron sus padres. Por eso para muchos es alarmante que el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, haya asegurado, tras un encuentro con el senador, que él y Rubio tienen ideas muy similares sobre Cuba.
Personajes como Rubio hay bastantes en el mundo, pero también son muchos los que mantienen una actitud digna, honesta y son fervientes defensores del derecho de cada pueblo a escoger su destino.