por María Josefina Arce
La postura del actual presidente norteamericano, Donald Trump, hacia la inmigración ha llevado a un abierto enfrentamiento del gobierno con las llamadas ciudades santuarios, término con que se designa a las urbes de Estados Unidos que ponen en práctica políticas para limitar su colaboración con las autoridades federales del ramo.
Grandes urbes norteamericanas han mostrado su disposición de defender a su comunidad. Para muchos el gobierno está equivocado sobre los inmigrantes y sobre la forma de hacer más seguras las comunidades. Señalan que las estadísticas muestran que los condados y urbes santuarios no solo son más seguros, sino que además están mejor económicamente que los otros.
Funcionarios municipales de ciudades como Nueva York, San Francisco, Seattle, Denver, Chicago y Filadelfia decidieron seguir bloqueando la cooperación entre los departamentos de policía locales y las autoridades de inmigración federales, al tiempo que se comprometieron a evitar que agentes accedan a las escuelas y a sus registros.
"Vamos a convertirnos en la peor pesadilla de este gobierno", dijo la portavoz del consejo de la ciudad de Nueva York, Melissa Mark-Viverito, mientras que Rahm Emanuel, alcalde de Chicago, afirmó: "Vamos a continuar siendo una ciudad santuario. No hay extraños entre nosotros. Le damos la bienvenida a la gente".
El alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, por su parte, firmó una directiva municipal para garantizar que ningún funcionario de la ciudad proporcione información a las autoridades migratorias.
La policía de Los Angeles también ha confirmado que no va a trabajar conjuntamente con el Departamento de Seguridad Nacional en los esfuerzos de deportación, pues ese no es su trabajo.
El enfrentamiento se agudizó en los últimos días antes las presiones del fiscal general, Jeff Sessions, a las llamadas ciudades santuario. Ya en enero pasado Trump había firmado una orden ejecutiva que amenaza con cortar recursos federales a las comunidades que se nieguen a colaborar con los esfuerzos de su administración por rastrear, localizar y deportar a inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.
Durante la campaña electoral, el presidente republicano prometió que cargaría contra las "ciudades santuario", cifradas en unas 300 en todo Estados Unidos.
La orden ejecutiva despertó un inmediato rechazo. Un grupo de cien alcaldes de ciudades y municipios estadounidenses reafirmaron su compromiso de mantener urbes inclusivas.
Asimismo en estos momentos el actual inquilino de la Casa Blanca enfrenta cinco demandas La última presentada corresponde a Seattle, donde se albergan alrededor de 150 MIL inmigrantes indocumentados. El alcalde Ed Murray, calificó de anticonstitucional la orden de Trump para acorralar a las ciudades santuarios.
A la demanda interpuesta en una corte del distrito en Seattle se suman la de San Francisco, radicada en enero pasado, así como la del condado de Santa Clara, en California, y la de Chelsea y Lawrence, ambas de Massachussets.
Lo cierto es que la agresividad de la administración de Trump contra los indocumentados está despertando una ola de solidaridad por todo el país norteño. Hace semanas, Malibú, una de las ciudades más ricas del país y con más del 90% de población blanca, se declaró oficialmente ciudad santuario, al tiempo que crece el rechazo en la sociedad a la política xenófoba y antiinmigrante de Trump .