por Roberto Morejón
Con sus conflictos geoestratégicos y mezcla chocante de opulencia y pobreza, Oriente Medio suma una ficha a la lista mundial de países en peligro de hambruna, en demostración de que el flagelo no es exclusivo de África.
De acuerdo con informes de la ONU, Yemen se expone a un colapso total por la amenaza de estallido de una hambruna, combinada con el cólera.
Más de 17 millones de personas requieren alimentos con desesperación en Yemen, entre ellos 6, 8 millones en peligro de sufrir inanición.
La nación más pobre del mundo árabe abandonó los esfuerzos por paliar la penuria cotidiana, porque un conflicto militar ocupa a los actores internos y de allende fronteras.
Yemen es escenario de una cruenta batalla que involucra al movimiento chiíta de los hutíes y las fuerzas leales al expresidente Ali Abdullah Saleh, en busca del control del territorio y en resistencia ante a la alianza militar encabezada por Arabia Saudita.
Organismos internacionales de derechos humanos exigen a Riad y sus aliados cesar los bombardeos en Yemen porque ---según denuncian--- matan civiles y aniquilan la infraestructura económica y social.
Desde el comienzo de la guerra murieron cerca de 10 000 personas, atendiendo a los datos de la ONU.
En río revuelto tratan de pescar grupos extremistas como Al Qaeda y el autodenominado Estado Islámico, para utilizar a Yemen como base de operaciones en Oriente Medio y más allá.
Si bien algunos intentos de negociaciones se pusieron en práctica, el conflicto en Yemen parece eternizarse y solo se habla de violencia, hambre y cólera.
Los casos de esa enfermedad infecciosa sobrepasan los 55 000 y los expertos auguran un recrudecimiento en una población debilitada por la carencia de alimentos.
La tragedia agrava la crisis endémica de Yemen, donde la expectativa de vida promedio es de 62 años para las mujeres y 59 años para los hombres y la mortalidad de lactantes alcanza 75 por cada mil nacidos vivos.
Si el conflicto armado prosigue se evaporan las esperanzas de contener la amenazante hambruna y desafortunadamente nada apunta a una flexibilización de posiciones.
Expertos destacan lo que califican de “obsesión antiiraní” de la monarquía saudita ante el avance de los rebeldes chiítas hutíes.
Riad y sus aliados atacan a los hutíes por derrocar al gobierno del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y desalojarlo de la capital, Sanaá.
El dilema yemenita tiene ribetes incendiarios en una región con apoyos cruzados al terrorismo, aunque, curiosamente, los que financian a los extremistas insisten en negarlo.
Con la nueva tirantez entre Arabia Saudita y Qatar el riesgo de hambruna en Yemen podría pasar a un segundo plano mediático y prolongarse los perjuicios de las víctimas.