Por María Josefina Arce
A mediados del pasado mes el presidente norteamericano, Donald Trump, anunció un retroceso en el proceso de acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, iniciado bajo el mandato de su antecesor Barack Obama. El retorno a la política hostil pone en peligro la cooperación entre ambas naciones en diversas materias, entre ellas en el importante ámbito del enfrentamiento al narcotráfico.
En julio de 2016 los dos países firmaron un convenio de cooperación para luchar contra el tráfico de drogas y, desde entonces se realizaron cuatro reuniones de funcionarios de alto rango para monitorear y profundizar el intercambio. Sin embargo, desde que Trump tomó el poder en enero pasado no se han realizado más encuentros y la parte norteamericana informó que había que esperar.
Antonio Israel Ibarra, secretario de la Comisión Nacional de Drogas, reiteró el interés y la disposición de La Habana de continuar con estas reuniones para profundizar la cooperación con Washington.
De acuerdo con el funcionario cubano, en 2016 se incautaron más de 1.700 kilogramos de droga, sobre todo de traficantes que rumbo a Estados Unidos fueron interceptados, pero en los cinco meses de 2017 la cifra de estupefacientes decomisado se triplicó en relación a la misma temporada del año precedente.
Indicó que uno de los elementos en esa mayor captura es una cooperación más eficiente con Estados Unidos, pues incluso con los encuentros paralizados siguen trabajando de manera conjunta los guardacostas y hay oficiales de enlace para el combate.
De hecho un informe del Departamento norteamericano de Estado de 2016 reconoce que el aumento de la comunicación y cooperación entre Estados Unidos, Cuba y otras naciones, especialmente en lo que se refiere a intercambio de información en tiempo real, podría llevar a una mayor interrupción del tráfico de drogas.
Por su posición geográfica Cuba es utilizada como corredor por los narcotraficantes en su viaje a territorio norteamericano, por lo que en ocasiones esos cargamentos han llegados a las costas de nuestro país, de ahí que a pesar de no tener un mercado interno de drogas mantenga un enérgico enfrentamiento a ese fenómeno que se ha convertido en un problema a nivel mundial.
En la Mayor de las Antillas los delitos relacionados con las drogas tienen varios marcos sancionadores, en dependencia de la peligrosidad social, aunque el consumo no se sanciona, pues, de acuerdo con las autoridades, se trata de una persona enferma a la que se le brinda toda la atención necesaria. Las leyes, eso sí, castigan la tenencia de estas sustancias.
La decisión del presidente norteamericano de revertir el proceso de acercamiento entre Washington y la Habana podría dañar la cooperación binacional en la lucha contra las drogas, lo que tendría un impacto negativo en la sociedad norteamericana, pues Cuba no es receptora de estupefacientes, además de que brinda una especial atención a la prevención del consumo y la lucha contra el tráfico ilícito de drogas, tarea definida como prioritaria por el Estado cubano.