Estados Unidos: Tragedia de sus drogadictos

Editado por Martha Ríos
2017-07-11 18:44:59

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Imagen de Archivo

Por Nicanor León Cotayo

Este último sábado la sección Trasfondo, del Nuevo Herald, publicó un artículo en Miami que ayuda a comprender mejor la situación.

Su título: “El gran negocio del dolor: cómo y por qué los norteamericanos se mueren con opioides”.                        
            
Apareció bajo la firma de su conocido especialista Jorge Dávila Miguel.

Este empieza diciendo que el consumo de esa droga crece cada vez más, aunque su alarma no se escucha.

Hasta el presidente Donald Trump, indica, mencionó el hecho cuando recientemente habló “de la mortal epidemia de opioides que azota al país”

Dávila Miguel recordó que en 2016 por sobredosis hubo allí más de 59 000 personas fallecidas, cifra superior al total de soldados caídos a lo largo de su agresión contra Vietnam.

Y entre esas víctimas   los opioides arrancaron la vida a 17 536 seres humanos.

 Hace dos meses el gobernador de Florida, Rick Scott, proclamó una alerta y entregó 27 millones de dólares a favor de quienes son arrinconados por la epidemia.

¿Qué es lo nuevo?

El enemigo, subraya Dávila Miguel, no nos llega desde los campos cocaleros de Suramérica, o de amapola en Afganistán, y es ajeno a narcotraficantes.

Entonces, ¿quién es el enemigo? “La industria farmacéutica de Estados Unidos”, testifica el autor del artículo.

Y añade, así como ejecutivos de cuello blanco en los estados de Connecticut o Manhattan.
Luego Dávila Miguel narra una síntesis de sus antecedentes:

Comenzaron en 1996, cuando la firma Perdue Pharma lanzó al mercado su OxyContin, un opioide que en los primeros cuatro años le produjo un ingreso ascendente a 1,100 millones de dólares.

Al ver lo sucedido, otras corporaciones sacaron al mercado productos similares.

En 2016, ya se distribuían unos 300 millones de recetas, suficientes para brindar una botella de calmantes a cada estadounidense, incluidos los recién nacidos.

¿Saldo? Un floreciente mercado de 24 000 millones de dólares anuales.

O sea, que un calmante aparentemente inofensivo, se había convertido ya en adicción y dependencia.

Al respecto el Nuevo Herald aseguró este sábado en su sección Trasfondo:

“Big Pharma había conseguido el sueño de cualquier empresario de la droga, distribuirla legalmente e incluso con receta”.

Y todo, sobre un escenario ideal para su gigantesco y frívolo negocio, la sociedad estadounidense, muy enferma y con pronóstico reservado.

(Tomado de Cubasí)

  



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