Por: Roberto Morejón
El restablecimiento del servicio eléctrico en Cuba después del paso del devastador huracán Irma se concretó en lo esencial en un tiempo rápido, dado el fuerte impacto de los vientos y de las penetraciones del mar.
Ese huracán fue el quinto más intenso de todos los tiempos en la cuenca del Atlántico y el cuarto más potente que castigó a Cuba desde la existencia de registros, en mil 751.
Con esa caracterización se puede entender que el fenómeno meteorológico dañara entre el 7 y el 10 de septiembre el sistema electroenergético nacional.
Los fuertes vientos destruyeron dos torres de alta tensión, más de 3 mil 600 postes, dos mil 100 kilómetros de líneas, mil 379 transformadores y 10 subestaciones.
El servicio electroenergético nacional se desplomó y solo continuaron su actividad los grupos autónomos de generación para cubrir necesidades limitadas, como las de los hospitales.
Cuentan los expertos que jamás ocurrió algo parecido en Cuba porque si bien las tormentas de cualquier categoría se han vuelto recurrentes, el impacto se concentró en una zona más reducida.
En un país sin grandes recursos naturales dependiente de las termoeléctricas, fue especialmente negativo que el ciclón las sacara de línea.
Grave perjuicio recibió la central Antonio Guiteras, de la occidental provincia de Matanzas, al penetrar el mar tras derribar un rompeolas de 15 toneladas.
Después de un intenso trabajo en la central más importante y eficiente de Cuba, la marcha se reinició para detenerse nuevamente ante complicaciones adicionales.
Sin embargo, los trabajadores de la empresa eléctrica siguieron laborando en las 13 de las 15 provincias perturbadas por el huracán Irma y hoy 99,96 por ciento de los clientes recibe el servicio.
En el restablecimiento del sistema eléctrico de Cuba es necesario destacar el desempeño de las brigadas mixtas de apoyo creadas en los territorios para la limpieza, poda, apertura de orificios y acarreo de postes.
Tanto las faenas de esas agrupaciones como las de personal especializado de la industria eléctrica fueron ininterrumpidas, en circunstancias difíciles, aunque la población prestó la ayuda posible.
Trabajadores de la rama eléctrica también fueron movilizados para ayudar a países del Caribe azotados por los huracanes Irma y María.
Los linieros, como se les conoce aquí, regresan ahora a sus casas después de trabajar solidariamente en diversas provincias cubanas y reciben el reconocimiento merecido.
Queda mucho por hacer en Cuba para borrar los estragos del meteoro, pero el ejemplo de los trabajadores de la rama eléctrica inspirará a otros en su labor cotidiana.