Para creer en “ataques a la salud” de norteamericanos en Cuba hay que negar la ciencia y la historia

Editado por Martha Ríos
2017-10-04 16:18:36

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Embajada de Estados Unidos en Cuba. Foto: @CubaMINREX

Por: Iroel Sánchez

El gobierno estadounidense ha anunciado la reducción hasta el “personal imprescindible” de su embajada en La Habana, acompañando esa decisión de la eliminación de visados a los cubanos y la recomendación a los ciudadanos norteamericanos de no viajar a Cuba.

La decisión de Washington ha llegado después de una saga de “filtraciones” en unos pocos medios de comunicación estadounidenses sobre daños a la salud de diplomáticos norteamericanos en Cuba, e “hipótesis” muy selectivas sobre su origen.

Las víctimas han sido tan invisibles como las “armas sónicas” que se han buscado infructuosamente por autoridades cubanas y estadounidenses.

El único testimonio de sus efectos ha sido ofrecido a nadie más que al mismo gobierno que comenzó acusando a Cuba y luego la exculpó para finalmente decir que “los investigadores no han podido determinar quién es responsable o qué está causando estos ataques”.

Una de las hipótesis inicialmente proclamadas hablaba de efectos indeseados de equipos de escucha que estaría utilizando el gobierno cubano o un tercer país.

Rápidamente se supo lo obvio: los equipos de escucha no emiten ondas sino que las recepcionan, pero nadie dijo entonces que autoridades norteamericanas pudieran estar empleando equipos inhibidores de escucha entre su personal en Cuba que sí serían emisores de radiaciones.

Por otra parte, los síntomas descritos por el State Department  -“dolores de oído, pérdida de audición, mareos, dolor de cabeza, fatiga, problemas cognitivos y dificultad para dormir”- , primero en dos personas y que ya se dice llegan a 21, son tan comunes en cualquier grupo humano numeroso – el de los diplomáticos norteamericanos y sus familiares en Cuba lo es- al que se le estimule a estar alerta y reportar cualquier supuesto daño que -como han dicho algunos científicos consultados por los medios de comunicación-  es difícil determinar dónde comienza  la sugestión y dónde la certeza.

Lo cierto es que los especialistas se han negado a asociar algún dispositivo a los efectos descritos por el gobierno norteamericano y sus filtradores. Más interesante es que por el camino desapareció un “trastorno de la sangre” del que se habló inicialmente, ¿alguien se habrá percatado de que estaban apretando demasiado?

Pero dejemos por un momento la ciencia médica y su relación con la física, no es de esperar que un gobierno que niega la evidencia científica del cambio climático se guíe por ella en otros asuntos.

Hacer retroceder las relaciones diplomáticas con Cuba, es un propósito de la ultraderecha cubanoamericana asentada en el Sur de la Florida desde el mismo día en que se anunció su restablecimiento.

Eliminar la emigración legal y estimular la ilegal para provocar una crisis migratoria que justifique declarar a Cuba como amenaza a la Seguridad Nacional de Estados Unidos y desatar un conflicto entre ambos países es una aspiración largamente acariciada por esos mismos sectores, como también lo es desalentar el creciente flujo de turistas hacia la Isla.

Ellos mismos desataron, en los años noventa del pasado siglo, hasta atentados con bomba en La Habana y Varadero, financiados desde Miami y New Jersey con ese objetivo.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca significó, para quienes desean retrotraer los cambios positivos en la relación entre los dos países, concretados durante la Administración de Barack Obama, una oportunidad que no se escondieron en proclamar, con el aplauso y el aliento del nuevo mandatario.

Que esos deseos se vean complacidos por el gobierno de Estados Unidos con una sola decisión que es de triple acción contra Cuba (diplomática, migratoria y económica), como resultado de una extraña situación asociada a daños alegados pero no demostrados, y aparentemente por una causa que nada tendría que ver con aquellos, sino que son fruto de un misterioso y desconocido origen atribuido inicialmente al gobierno cubano o a un tercero, pudiera ser una casualidad pero es difícil de tragar, más cuando la historia recoge no pocos casos de planes de autoagresión fraguados por organismos de inteligencia estadounidenses para justificar sus acciones, en Cuba, pero también en muchas otras partes.

(Tomado de La Pupila Insomne)

 



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