Por María Josefina Arce
Mientras el presidente de facto de Brasil, Michel Temer, hace malabares para mantenerse en el poder, el ex primer mandatario Luis Inacio Lula Da Silva se perfila como el favorito para los comicios generales del venidero año, a pesar de la persecución judicial de que es objeto.
Las últimas encuestas arrojan que aunque Lula Da Silva es acusado de supuestos cargos de corrupción lidera las primeras encuestas de intención de voto de cara a las presidenciales de 2018 y pasaría a una segunda vuelta con amplias posibilidades de ganar,
Para muchos está claro que el ex primer mandatario, que gobernó el país de 2003 a 2010, es la mejor opción ante el panorama que vive hoy el gigante sudamericano que registra trece millones de desempleados. De hecho un sondeo de la agencia Latinobarómetro reveló el creciente descontento de los brasileños.
De acuerdo con la encuesta, hecha en 18 estados de la región, los brasileños son quienes menos confían en el funcionamiento de la democracia en su país, al tiempo que opinan que la nación no está progresando.
Asimismo, ante la pregunta de si consideran que es justa la distribución del ingreso en su país, vuelven los brasileños a ser los más pesimistas, pues la gran mayoría opina que es desigual.
La realidad es que la política neoliberal puesta en marcha por el golpista Michel Temer ha ahondado las diferencias sociales e incrementado el índice de pobreza de los brasileños, que no olvidan que bajo el mandato de Lula Da Silva cerca de 30 millones de personas dejaron atrás la miseria.
Es un hecho que bajo el gobierno del Partido de los Trabajadores se implementaron numerosos programas sociales a favor de los sectores más vulnerables, como las mujeres, los niños y ancianos.
Esos mismos sectores que han sido testigos de las dos giras que realizara Lula Da Silva por el territorio nacional y, en las que manifestó tener conciencia de que el pueblo brasileño puede volver a tener oportunidades, empleo, posibilidades de estudiar y recobrar la autoestima.
El proyecto Lula por Brasil es una iniciativa conjunta del Partido de los Trabajadores y la Fundación Perseu Abramo, que recientemente lanzó la plataforma de participación ciudadana ‘El Brasil que el pueblo quiere’, con el objetivo de elaborar una estrategia para el futuro del país.
La primera etapa de la llamada Caravana de la Esperanza transcurrió del 17 de agosto al 5 de septiembre pasados, lapso en el cual recorrió los nueve estados del Nordeste del país y visitó 58 ciudades. Ahora en esta segunda fase visitó una veintena de localidades de Minas Gerais.
Una cálida acogida ha tributado el pueblo en sus dos giras a Lula Da Silva, a quien la derecha trata por todos los medios de impedir que se presente a los comicios generales de octubre del próximo año.
Por eso, no podemos perder de vista la posibilidad de que mientras Temer se mantiene en el poder en medio de un mar de corrupción, se llegue a ratificar en segunda instancia la condena contra Lula Da Silva, objeto de una fuerte campaña mediática en su contra orquestada por la derecha.
De ratificarse la sentencia quedaría inhabilitado de ejercer cargos políticos y además podría ir preso. En cualquiera de los casos, la decisión lo apartaría de la carrera electoral del año que viene, algo muy conveniente para la derecha brasileña que para garantizar sus intereses, no vacila en apuntalar a un presidente golpista, acusado con suficientes pruebas de corrupción.