Por: Guillermo Alvarado
Inquietud, dudas y suspicacia despierta en la sociedad hondureña la demora de las autoridades en ofrecer resultados definitivos de las elecciones presidenciales celebradas este domingo en la nación centroamericana, donde los primeros datos apuntan a una eventual victoria de Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición a la Dictadura.
De confirmarse esta tendencia, significaría una estruendosa derrota para el presidente y aspirante a la reelección Juan Orlando Hernández, del conservador Partido Nacional.
Luego de una larga demora que despertó mucha inquietud el Tribunal Supremo Electoral comenzó a dar datos varias horas después del cierre de los colegios, que han mantenido a la cabeza a Nasralla, un presentador de televisión que hace su primera incursión en la alta política, y que está cuatro puntos por encima de Hernández.
Esta proceso a sido complejo desde su inicio, cuando el jefe de Estado violentó la Carta Magna al forzar al Tribunal Supremo de Justicia, previa sustitución de varios magistrados, para que autorizara su candidatura a la reelección.
Más aún, cuando en 2009 el entonces gobernante Manuel Zelaya quiso convocar a un referendo para introducir en la Constitución el principio de la reelección presidencial, eso fue usado como pretexto para darle un golpe de Estado, a pesar de que éste había garantizado que de triunfar la iniciativa, él no sería candidato de ninguna manera.
El gobierno de Hernández ha sido cuestionado por adoptar medidas a favor de grandes corporaciones, en perjuicio de los derechos de pueblos indígenas, que están garantizados en acuerdos internacionales.
Uno de estos polémicos actos, que permitiría a una transnacional construir una represa para el proyecto hidroeléctrico de Agua Zarca, que dejaría bajo el agua a tierras cultivables de la comunidad lenca, desencadenó el asesinato de la líder comunitaria Berta Cáceres y ocasionó un escándalo internacional porque los autores intelectuales del crimen nunca fueron buscados para sancionarlos.
La violencia creció hasta límites peligrosos durante esta administración, sobre todo contra grupos vulnerables, como las mujeres y los dirigentes sociales.
Hernández, quien todavía es presidente de la nación, desató más polémica cuando la pasada noche, sin ningún resultado oficial a mano y basado en encuestas a boca de urna cuya autoría nunca reveló, se proclamó vencedor en los comicios, con lo que incrementó los temores de un fraude a su favor.
De esta manera el mismo primer mandatario estaba violando las normas establecidas por las autoridades electorales, únicas autorizadas para anunciar al ganador en la contienda.
Vienen horas de incertidumbre, atizada por la lentitud en el conteo de los votos, y no faltan quienes temen que las fuerzas que dieron el golpe en 2009 se estén movilizando a favor de Juan Orlando Hernández, a todas luces el candidato de la derecha y el favorito para los intereses de Estados Unidos en ese país y la región.