Por María Josefina Arce.
Como parte de la modernización de su economía en aras de elevar el bienestar de la población, Cuba ha apostado por la inversión extranjera en diversas áreas y cada año presenta una renovada cartera de negocios, que despierta el interés del empresariado de otras naciones.
De hecho en el presente año el país logró atraer un capital foráneo superior a los dos MIL millones de dólares, de acuerdo con el ministro cubano de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca.
Entre enero y octubre último se han aprobado 30 nuevos negocios, de ellos ocho en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, en la occidental provincia de Artemisa, a unos 45 kilómetros al oeste de La Habana, la capital.
Precisamente en esta zona, llamada a ser el motor impulsor de la economía cubana, se acaba de colocar la primera piedra de la fábrica Nescor, empresa mixta creada por la multinacional suiza Nestlé y la Corporación Alimentaria Cubana S.A.
Con una inversión de 55 millones de dólares, la planta fabricará y comercializará café tostado, molido, en grano, así como otros derivados, además de galletas saladas y dulces, y productos alimenticios en polvo, de marcas reconocidas.
El inicio de la producción de Nescor, prevista para enero de 2020, permitirá sustituir considerables volúmenes de importaciones, una de las prioridades del gobierno cubano que busca invertir esos fondos destinados a la compra de alimentos para otras áreas de interés social.
Se estima que durante los 20 años de vigencia del proyecto se aporten beneficios para la Mayor de las Antillas superiores a los 500 millones de dólares.
Esta alianza suizo-cubana representa una relación de dos décadas, antecedida por la participación de ambos socios en las empresas mixtas Coralac y Los Portales, establecidas desde los años 90 del siglo pasado.
La nueva inversión, la primera de Suiza en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, amplia la presencia de Nestle en Cuba y demuestra la confianza de los inversionistas extranjeros en el proceso cubano y la efectividad de la política de inversión extranjera de Cuba, afirmaron las autoridades.
Por su parte, el vicepresidente ejecutivo de la compañía suiza, Laurent Freixe, afirmó que la multinacional busca expandir su mantenida presencia en este archipiélago, permitiendo nuevas oportunidades de crecimiento.
La industria alimentaria cubana está inmersa en su plan de desarrollo hasta el 2030 y para ello busca transformarse y fomentar nuevos proyectos en áreas prioritarias, en las que la producción local resulta insuficiente como refrescos, aguas, cárnicos, lácteos y procesamiento de frutas y vegetales.
De acuerdo con la viceministra cubana de la Industria Alimentaria, Betsy Díaz, han mostrado interés en invertir en el sector alimentario empresas de Francia, Italia, México, España, Brasil, Eslovaquia y Uruguay.
El objetivo es desarrollar producciones para el consumo interno e incrementar las exportaciones una vez cubierto el mercado del país y, de ese modo revertir la situación actual en la que Cuba se ve obligada a importar casi el 80 % de los alimentos que necesita, lo que supone un gasto anual de unos 2.000 millones de dólares.