La embajada estadounidense en La Habana quedará con un personal mínimo, casi simbólico, al insistir el presidente Donald Trump en truncar el proceso de normalización de relaciones con Cuba, alegando supuestos “ataques” sónicos, nunca probados.
De acuerdo con la última disposición del Departamento norteamerican de Estado, su sede diplomática en La Habana continuará reducida por tiempo indeterminado, quizás prolongado, a contrapelo de recomendaciones en sentido inverso.
Un grupo de legisladores demócratas de reciente visita en esta capital, la representante Bárbara Lee, la organización Engage Cuba y 28 operadores y entidades especializadas en viajes educativos, solicitaron recientemente el regreso del personal estadounidense.
Los agentes promotores de desplazamientos hacia otros países, incluyendo Cuba, manifestaron su desaprobación por la insistencia del Departamento norteamericano de Estado de frenar esos movimientos.
En efecto, la oficina regida por el secretario Rex Tillerson mantuvo en el nivel tres su advertencia de viajes a Cuba, consistente en invitar al abandono de planes de visitar la nación caribeña.
El argumento sin sustento manejado para hacer esa petición y dilatar la reducción del personal estadounidense en la embajada en La Habana, es el nunca probado asunto de los incidentes de salud que supuestamente perturbaron a una parte de sus diplomáticos.
Se trata de lo que la prensa estadounidense califica de “ataques” sónicos, sobre los cuales se carece de resultados concluyentes, pues expertos de ambos países NO pudieron encontrar el origen.
Cuba además reafirmó su apego a las obligaciones de los Estados de proteger la integridad de los diplomáticos extranjeros y subrayó que nunca permitiría un suceso de ese tipo, aunque lo provocaran terceros.
El alto funcionario cubano Carlos Fernández de Cossío escribió: “Es falso que se haya permitido en Cuba o que pueda haber ocurrido en Cuba por parte de alguien alguna acción deliberada contra diplomáticos de los Estados Unidos”.
Lo cierto es que desde el cinco de marzo se prorrogó la rebaja drástica del personal diplomático estadounidense, aplicada en septiembre pasado, que conllevó a la orden de retirar a representantes cubanos en Washington.
A causa de una decisión tan arbitraria, de corte político, para truncar el proceso de normalización de relaciones, se paralizaron entre otros servicios los de tipo consular, con afectaciones a los viajes.
Los desplazamientos así como otros intercambios provechosos para ambas naciones se obstaculizan o paralizan, a causa de la festinada intención del gobierno estadounidense de transformar su embajada en La Habana en un virtual páramo.