Por: Guillermo Alvarado
Un nuevo escándalo de corrupción de grandes dimensiones comenzó a tomar forma esta semana en la Unión Europea, cuando autoridades francesas detuvieron al poderoso empresario Vincent Bolloré, quien habría montado en países africanos una red de sobornos similar a la que tejió en América Latina el consorcio brasileño de la construcción
Odebrecht.
Además de la explotación de instalaciones portuarias, construcción, logística y transportes, este multimillonario tiene fuertes intereses en la transnacional Vivendi, que abarca desde el tratamiento de agua hasta el mercado de los espectáculos, las telecomunicaciones, el cine y la televisión.
Además es propietario de la firma Havas, uno de los mayores consorcios franceses de la publicidad y las comunicaciones, con presencia en numerosos países del mundo.
Existe un viejo refrán según el cual detrás de una gran fortuna, suele haber un gran crimen y, por lo menos en el caso de Bolloré esto parece ser así, en la medida en que desde que se iniciaron las investigaciones en su contra en 2014 surgieron evidencias de que sus grandes negocios solían estar manchados con barro sucio.
Los principales indicios apuntan de manera inicial a dos países africanos, Guinea y Togo, cuyos presidentes, Alpha Condé y Faure Gnassingbé, respectivamente, habrían recibido asesoría y financiamiento de las empresas del magnate europeo que les permitieron ocupar sus cargos pero, como en política no hay almuerzo gratis, estos favores fueron debidamente recompensados.
Así pues, en marzo de 2011 Condé desalojó a la firma, también francesa, por cierto, que manejaba el puerto de Conakri, la capital, y le entregó la concesión a la empresa de Bolloré, a pesar de que ésta había quedado segunda en una licitación convocada por las autoridades guineanas.
Una operación similar se había producido dos años antes en Lomé, capital de Togo, y se encontraron indicios de otros “arreglos” semejantes en Gabón, Camerún y Libia, de acuerdo con la publicación francesa Challenges, que publicó un amplio reportaje al respecto.
El caso es que el multimillonario, amigo cercano del expresidente Nicolás Sarkozy, también procesado por corrupción, fue puesto en prisión preventiva en tanto avanzan las indagaciones que incluyen a otros cercanos colaboradores, entre ellos el español Francis Pérez, dirigente de la firma Pefaco, que ha realizado cuantiosas inversiones en hotelería y juegos en África.
De ser hallados culpables recibirían largas condenas por los delitos de abuso de bienes públicos y tráfico de influencias.
Por la talla de las empresas Vivendi y Havas los tentáculos de la red de corrupción creada por Bolloré podrían llegar muy lejos, por lo que el escándalo todavía es joven y demuestra que en materia de malos manejos y negocios sucios, en Europa también se cuecen habas, al mejor estilo de la despiadada competencia capitalista, donde la ética y la lealtad fueron sacrificadas hace tiempo ante el altar todopoderoso del lucro a toda costa.