Por María Josefina Arce

Con la llegada al poder de gobiernos de corte neoliberal, América Latina ha visto un retroceso en los derechos de los trabajadores. En 2017, por tercer año consecutivo, el desempleo creció en la región, al contabilizar un 8, 4 por ciento.

Un informe de la OIT, Organización Internacional del Trabajo, precisa que el promedio estuvo fuertemente influenciado por la situación de Brasil, donde está ubicada cerca de 40 por ciento de la fuerza de trabajo del área, y donde la tasa de desempleo se situó en 13,1 por ciento.

Tengamos en cuenta que a solo cinco meses de puesta en marcha la reforma laboral del presidente de facto Michel Temer en Brasil, se registró un aumento del número de parados que vinieron a engrosar las filas de los pobres.

De acuerdo con los datos, en enero pasado, el total de trabajadores con contrato formal fue de poco más de 33 millones, un 1,7 por ciento menos que un año atrás, lo que representó una pérdida de 562.000 empleos formales.

La controvertida reforma laboral ha significado una regresión para los derechos de los trabajadores conquistados durante décadas y consagrados en la Constitución, han denunciado las distintas centrales sindicales del gigante sudamericano.

El gobierno de Mauricio Macri, en Argentina, también busca poner en marcha un cambio en el ámbito laboral, que ha sido calificado como un atentado contra la clase trabajadora.

La propuesta gubernamental evidencia los amplios beneficios a los empresarios para que puedan contratar y despedir al personal sin ningún inconveniente
Para los dirigentes sindicales “es mucho más que una serie de modificaciones a las leyes laborales, se busca fijar las bases para un cambio de paradigma en las relaciones laborales que, en el largo plazo, constituye una profundización de la ofensiva ininterrumpida del capital sobre el trabajo.

A esto se suma el aumento también del número de desempleados en los dos años de gobierno de Cambiemos.

Pero además del desempleo en sentido general, hay otros aspectos que tener en cuenta al analizar el deterioro de la situación de la clase trabajadora en algunas naciones latinoamericanas como el comportamiento de este índice entre los jóvenes, la persistente desigualdad de género y los temas relacionados con la calidad del empleo que contribuyen a perpetuar la informalidad.

De hecho el informe de la Organización Internacional del Trabajo precisa que la tasa de desempleo juvenil promedio subió de 18,9 por ciento a 19,5 por ciento en 2017, lo cual significa que uno de cada cinco jóvenes económicamente activo no consigue trabajo. Se estima que esta situación afecta a unos 10 millones de jóvenes.

Si bien en naciones como Bolivia, Cuba, Venezuela y Nicaragua los trabajadores mantienen sus derechos e incluso se adoptan acciones encaminadas a favorecer a este sector y otros de la sociedad, el panorama en general en América Latina no es lo suficientemente alentador para el resto de la masa trabajadora en este Primero de Mayo.