Por Arnaldo Musa
Empezar a escribir sobre Brasil es un dilema, porque, ¿por dónde empezar? Y es que hay tantas cosas que están sucediendo en el gigante suramericano digno de atención y que presenta cómo el imperialismo se ha ido enredando en las madejas que tejió para dar al traste con legítimos gobiernos democráticos y sustituirlos por otros que sigan las pautas neoliberales.
Uno se pregunta por qué no cae Temer, si el índice de su “popularidad” fluctúa entre el 3% y el 7%, y el de impopularidad llega a casi el 80%, corroborado incluso por encuestadoras nada proclives a la izquierda y más situadas en el espectro de la centroderecha.
Amparado por Estados Unidos, atento a sus órdenes, ha sido fiel a la letra escrita por Washington para evitar que Brasil se coloque en la esfera de la influencia positiva del comercio y las inversiones que emanan China y Rusia desde el BRICS.
Su índice tenue de crecimiento de apenas poco más del uno por ciento en los dos años en que ha estado en el poder, se consiguió a costa de un severo ajuste fiscal que limitó todos los gastos públicos, incluyendo los destinados a salud y educación.
Temer puso en marcha una reforma laboral combatida por los sindicatos y que limitó derechos conquistados hace décadas por los trabajadores brasileños, e insistió en otra impopular reforma para reformar el régimen de jubilaciones que finalmente se hundió.
La recuperación de la economía brasileña, sin embargo, aún no ha sido sentida directamente por la población debido a que el número de desempleados en el país saltó desde 11,4 millones hace exactamente dos años a 13,7 millones en el primer trimestre del 2018.
Pero sus índices de reprobación también crecieron a la par de los escándalos de corrupción que salpican su Gobierno desde un comienzo.
La Fiscalía pidió en dos ocasiones que se le abrieran procesos por corrupción, pero la Corte Suprema fue impedida de hacerlo, debido a que la Cámara de Diputados, en donde el mandatario cuenta con respaldo mayoritario y que constitucionalmente tiene que aprobar cualquier proceso contra el jefe de Estado, archivó las denuncias.
La Fiscalía adelanta actualmente una tercera investigación contra Temer por corrupción y sus dos años de Gobierno coincidieron con la divulgación del testimonio de un testigo que reveló haber entregado elevadas sumas de dinero en efectivo, al parecer procedente de sobornos, en la oficina de un allegado del gobernante.
No obstante, solo en contadas excepciones, cuando el Imperio los abandona, porque ya no los considera útiles, individuos de esa calaña tienen que enfrentar a la justicia y hasta ir a prisión. Otros, inocentes, sin pruebas fundamentadas, están en la cárcel, porque son incómodos a Washington y temidos por la oligarquía y dueños de las riquezas del país, como el ex presidente Inácio Lula da Silva, a quien se le acaba de reconocer legalmente que puede aspirar al alto cargo en las elecciones de octubre.
Lula, quien deberá cumplir 12 años de prisión por delitos confusos, sin pruebas concluyentes y manejadas incluso por elementos judiciales enemigos de por vida, aspira a la presidencia nacional, ya reconocida legalmente, tiene el mayor índice de aprobación y popularidad y, aunque sigue encarcelado, ya ha atemorizado a los principales partidos políticos de oposición, incluido el de Temer.
Este, iluso, ya había pensado postularse para mantener su puesto, que solo conseguiría por métodos fraudulentos, pero la fuerte aspirantura de Lula, el creciente movimiento de oposición popular y los manejos imperialistas para buscarle un “digno” sucesor, “democráticamente, están en contra de sus aspiraciones.
Al abandono total en que tiene sumido el país son evidencias la muerte de discapacitados en lugares donde debían tener la atención oficial y de varios jóvenes en un incendio en un centro de detención, además de los avatares que enfrenta con la huelga de camioneros, que protestan por el alto precio de los combustibles, y la de petroleros, declarada ilegal.
De acuerdo con un comunicado divulgado por la Federación Única de los Petroleros (FUP), entre los objetivos de la protesta están "bajar los precios del gas de cocina y de los combustibles", y evitar la privatización de Petrobras.
La movilización, liderada por la FUP y los sindicatos afiliados, ya logró ha renuncia del presidente de Petrobras, Pedro Parente, quien, según el comunicado "con el aval del gobierno de Michel Temer sumió al país en una crisis sin precedentes".
Los sindicalistas de las empresas petroleras anunciaron que se presentarán cortes y retrasos en las cuatro refinerías y fábricas de fertilizantes que están en proceso de venta.
Hay mucho más que decir de Temer, aún sostenido por el imperialismo que, al parecer, pienso, tendrá que apurarse para buscarle un sucesor. Su fiel discípulo y fiel colaborador en el “golpe blando” ilegal para destituir a Dilma Rousseff, no aguanta más.
(Tomado de Cubasí)