Por: Guillermo Alvarado

Con su habitual tono ríspido y grosero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue a la cumbre anual de la Organización del Tratado del Atlántico Norte a maltratar a los demás miembros de la entidad, a quienes más que aliados los reprendió como a sus subordinados y los conminó a gastar más, y más rápido, para el sostenimiento de la estructura.

Luego de la reunión en Bruselas, capital de Bélgica, un exultante jefe de la Casa Blanca aseguró a la prensa que está muy feliz porque, dijo, “tenemos una OTAN muy poderosa, muy fuerte, más fuerte de lo que era hace dos días”, atribuyéndose como un éxito personal el tibio compromiso de elevar los aportes en los próximos años.

Particularmente grosero fue el magnate con la canciller federal de Alemania, Ángela Merkel, a quien reprendió por el proyecto Nord Stream 2 que ampliará la capacidad de ese país de recibir directamente gas ruso, sin pasar por otros intermediarios.

En una absurda intromisión en asuntos internos de otro Estado, Trump declaró que “Alemania estará totalmente controlada por Rusia porque obtendrá entre el 60 y el 70 por ciento de la energía a través del nuevo gasoducto”.
 
En su papel de patrón, el presidente estadounidense también criticó a la primera potencia de la Unión Europea por su bajo aporte al presupuesto de la OTAN y exigió a la Merkel una respuesta rápida a esta situación, reprimenda que también abarcó a los restantes socios del grupo belicista.

Lo cierto es que aunque el iracundo Trump aseguró haber “convencido” a sus socios de elevar sus gastos, e incluso llevarlos al 4 por ciento de su Producto Interno Bruto, PIB, las cosas no parecen haber salido exactamente así.

Durante la cumbre de la OTAN de 2014 en Gales, los miembros acordaron entregar el 2 por ciento del PIB a su presupuesto en un plazo de una década, hasta 2024. La gran mayoría de ellos, incluida Alemania, están lejos de alcanzar ese propósito, lo que motivó el reclamo del magnate presidente de Estados Unidos.

Según Trump, luego de sus diatribas los aportes crecerán como un cohete, pero los demás no fueron tan entusiastas. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, dijo que su país heredó compromisos que no han alterado y por lo tanto no habrá ningún gasto adicional.

Ángela Merkel sugirió la posibilidad de aumentar hasta el 1,5 del PIB, pero acotó que eso debe estudiarlo con su gobierno y se tratará, en todo caso, de aportar más al equipamiento, pero no al armamento. Al ser preguntado por el tema de las cuotas, el secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg, prefirió no pronunciarse.

Otro dato que la prensa no pasó por alto fue que luego de un encuentro bilateral entre Merkel y Trump para limar asperezas, ambos trataron de proyectar una imagen de cordialidad pero la frialdad de los gestos convenció a los demás de todo lo contrario.

Finalizó así una reunión que, como se había anunciado, dejó más grietas que certidumbres y demostró cómo crece el hielo entre Europa y la Casa Blanca y la pregunta ahora es cómo y cuándo ocurrirá la próxima crisis.