Por Guillermo Alvarado
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mostró ya sus intenciones de buscar un segundo período al frente de la Casa Blanca, pero antes de eso debe vencer un serio obstáculo que se alza en su camino, las elecciones legislativas de noviembre próximo, también llamadas de medio término porque ocurren casi a la mitad del trabajo de cada administración.
No cabe la menor duda de que este será el propósito que animará sus acciones durante los poco más de 40 días que faltan para los comicios, tanto en el plano interno como en la arena internacional.
El escenario más próximo que tiene para moverse en estos momentos es la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, donde está previsto que como jefe de Estado anfitrión realice varias actividades con los asistentes.
De acuerdo con el analista Immanuel Wallerstein el imprevisible magnate tiene tres prioridades básicas en geopolítica, que son acelerar la desnuclearización de la Península de Corea, imposibilitar el desarrollo del programa nuclear en Irán y reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en beneficio de su país.
Recordemos que durante la anterior Asamblea General el ambiente respecto a Corea era explosivo y un conflicto de imprevisibles consecuencias parecía a las puertas.
Este año las cosas han cambiado y podemos afirmar que hay más puntos a favor de la República Popular Democrática de Corea y su líder, Kim Yong-un, quien logró arrebatarle la iniciativa a Trump con pasos inteligentes.
El tema del desarme nuclear quedó sobre la mesa de conversaciones de las dos coreas y aunque el presidente estadounidense trata de subirse al carro con la promesa de una nueva cumbre con su homólogo norcoreano, muchos hilos ya no están en sus manos.
Respecto a Irán, la decisión de retirarse del acuerdo logrado en 2015 molestó sobremanera a los aliados europeos de Washington y sin duda los presentes en la asamblea escucharán a Hasán Rohaní desde otra perspectiva.
Sólo Arabia Saudita, Israel y algunos pequeños estados del Golfo mantienen un respaldo total a Donald Trump en el tema iraní.
El TLCAN es un asunto que se extiende y Estados Unidos no las tiene todas consigo con su vecino del norte, Canadá, mientras en el sur tendrá que esperar hasta después que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia mexicana el 1 de diciembre.
Además de estos temas sugeridos por Wallerstein, hay uno más caliente aún, y es la guerra de aranceles que de manera irresponsable Trump inició contra China. La víspera entraron en rigor nuevos impuestos a las mercancías del país asiático y Beijing debe responder esta semana. El mundo aguanta el aliento sin saber cuánto va a durar la bravuconería de la Casa Blanca, pero sus dirigentes no debieran olvidar que el principal poseedor de títulos de la deuda estadounidense es, precisamente, China.
Donald Trump no parece un individuo proclive a la sabiduría popular, pero alguien debiera decirle al oído que no es buen negocio tirarle piedras al vecino, si tu techo es de cristal.