Por Guillermo Alvarado

Brasil vive la última semana antes de unas elecciones que ya califican como las más polarizadas en la historia reciente del país, donde las principales alternativas oscilan entre la extrema derecha personalizada en el ex militar Jair Bolsonaro, y el recién nombrado candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad.

El Gigante Sudamericano está considerado por diversos estudios como la novena economía del planeta, pero también ocupa el noveno lugar en cuanto a desigualdades porque los beneficios de la riqueza de que disfruta están concentrados en muy pocas manos y hay de millones de personas viviendo al día o por debajo del umbral de la pobreza.

La situación se agravó luego del golpe de Estado parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff y su sustitución por Michel Temer, que se ha dedicado a aplicar políticas neoliberales extremas que implicaron el recorte de gastos sociales  en materia de educación y salud, la reforma del sistema de jubilaciones y de las leyes laborales en favor del sector empresarial y el cierre del programa “mi casa-mi vida” que permitió a miles de familias obtener vivienda propia.

También privatizó aeropuertos, carreteras, ferrocarriles, empresas estatales, en particular del sector energético, todo lo cual se propone continuar, en caso de ser electo, Jair Bolsonaro quien como es habitual en la extrema derecha regional ya advirtió que no reconocerá ningún resultado de los comicios que no le sea favorable a pesar de que las encuestas se reflejan en su contra.

Bolsonaro, del Partido Social Liberal, aparece estancado en el 28,2 por ciento de intención de voto, mientras que Haddad ha tenido un notable ascenso a pesar de que apenas el 11 de septiembre fue designado aspirante en sustitución de Luis Inacio Lula da Silva, víctima de una conjura judicial para impedir su candidatura.

En la última encuesta divulgada la víspera, Haddad subió hasta el 25,2 por ciento de simpatías, lo que significa un alza de 7,6 puntos en poco más de dos semanas. Como la muestra tiene un margen de error de dos por ciento, prácticamente hay un empate técnico entre los dos principales candidatos a una semana de ir a las urnas.

Otros aspirantes, como Ciro Gómez, de tendencia de centro izquierda; el conservador moderado Geraldo Alckmin, o la lideresa medioambiental Marina Silva, no lograron cuajar en las simpatías de los votantes.

Así pues, a una semana del evento, lo que parece estar suficientemente claro es que Haddad y Bolsonaro pasarán a la segunda vuelta, fijada para el 28 de octubre.

El nominado por el Partido de los Trabajadores tendrá a su favor la imagen de Lula y los resultados claros de tres gobiernos de esa agrupación que permitieron salir de la pobreza a más de 20 millones de personas.

Bolsonaro tiene en contra lo que ha conseguido el neoliberalismo en poco más de dos años, que llevó a Brasil a los peores resultados socio económicos de los últimos tiempos, más el rechazo de buena parte del sector femenino por sus declaraciones misóginas y sexistas. En una semana, amigos, conoceremos más a fondo la situación.