Por: Guillermo Alvarado
Diversos medios señalan que la poderosa Asociación Nacional del Rifle, NRA por sus siglas en inglés, el principal grupo de oposición a cualquier tipo de control en la venta de armas en Estados Unidos, está entrando en una crisis económica por la caída de contribuciones de sus miembros.
Así lo destacó la agrupación no gubernamental The Trace, dedicada a realizar análisis entre la violencia y las armas, al argumentar que en 2017 los ingresos del grupo belicista cayeron en 35 millones.
También la revista Rolling Stone advirtió que la NRA enfrenta dificultades financieras, además de los cuantiosos gastos derivados de un proceso legal en los tribunales de Nueva York.
Incluso la edición mexicana de The Huffington Post comentó que ya comenzaron a llover sobre la Asociación Nacional del Rifle mensajes de varias partes, donde repiten la letanía con que ese grupo pretende “consolar” a los familiares de las víctimas de los constantes tiroteos en escuelas, iglesias o centros de recreación.
Se trata de una frase que se ha vuelto odiosa entre la población cuando los principales promotores de la violencia armada envían “oraciones y buenos pensamientos” para los seres queridos de quienes han muerto por la proliferación de artefactos de fuego.
En suma, la crisis en esta Asociación es una buena noticia para parte de la sociedad, que está cansada de que sea tan fácil comprar un arma como un desodorante, con la diferencia de que este último no hace ningún daño.
Se trata de una mala nueva, eso sí, para cientos de políticos que se benefician de los aportes que la NRA hace para sus campañas, a cambio de que se impidan regulaciones al comercio de la muerte.
Uno de los principales receptores de dinero llegado del mercado de armas es el republicano Marco Rubio, quien no se inmuta en absoluto por el creciente número de tiroteos que van dejando un reguero de sangre en el país norteño.
Los miembros del grupo aseguran que son la más antigua organización de defensa de los derechos civiles en Estados Unidos.
Esta surgió en 1871 como un grupo recreativo dedicado a organizar eventos de tiro con rifle y fue hasta 1934 cuando comenzó a incursionar en política al enviar a sus afiliados proyectos de leyes para facilitar el comercio de armas.
Uno de sus hitos ocurrió en 1968, cuando influyó para la promulgación de la Ley Nacional de Armas de Fuego, y desde allí no ha conocido límites para permitir que estas se vendan prácticamente sin restricciones y sin importar las condiciones legales o mentales de los futuros propietarios.
Ese mismo año creó un Comité de Acción destinado a promover a los políticos afines a sus ideas y atacar a sus opositores, propósito al que destina cientos de millones de dólares que van a parar al bolsillo de funcionarios públicos.
Que desaparezca la NRA, o que pierda su poder, sería una gran noticia para la sociedad estadounidense, que dejaría de recibir “oraciones y buenos pensamientos” cada vez que algún desquiciado accione las armas que sectores oscuros pusieron en sus manos.
