Trump se viste de oveja

Editado por Maite González Martínez
2019-02-07 09:51:56

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Foto-AFP 2018

Por: Guillermo Alvarado

Con una semana de retraso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunció por fin su discurso sobre el Estado de la Nación ante las dos cámaras legislativas donde, cual lobo con piel de oveja, habló de buscar la unidad nacional, la cooperación bipartidista y la reconstrucción de la grandeza de su país.

Sin duda alguna el jefe de la Casa Blanca es consciente de que los tiempos han cambiado, su gestión ha sufrido una grave erosión debido a su conducta errática y contradictoria y ya no tiene mayoría absoluta en el Congreso, por lo que más que la confrontación como ha sido costumbre, buscó un tono más bien conciliador.

Siguiendo ese guion, Trump habló de reducir los costos de los seguros de salud y de los medicamentos, de eliminar el SIDA en los próximos diez años y de invertir unos 500 millones de dólares en investigaciones para enfrentar el cáncer infantil.

Pero por más que se esforzó no pudo controlar su enorme ego y así quedó demostrado cuando afirmo que la economía estadounidense es causa de envidia en muchas partes del mundo y se jactó de poseer el ejército más poderoso de todo el planeta y llegó incluso a decir que de no haber sido él elegido presidente, esa nación estaría ahora envuelta en una desastrosa guerra contra Corea del norte.

En este último momento hizo el que fue quizás el anuncio más importante de su discurso, cuando reveló que la segunda cumbre con el presidente Kim Jong Un será a finales de febrero en Vietnam.

Bien pronto puso en claro la verdadera intención de sus llamados a la unión, al decir que un milagro económico se está realizando en Estados Unidos y que lo único que lo puede parar son las guerras sin sentido y, mucho ojo con esto, las indagaciones partidistas. Para que haya paz y orden, agregó, no puede haber guerra ni investigaciones, en abierta referencia a las encuestas judiciales que se llevan a cabo sobre algunos puntos oscuros de sus actividades, incluido el posible intento de alterar los resultados de las elecciones que lo llevaron al poder.

De los casi 80 minutos que duró su discurso, 20 los dedicó al tema obsesivo del muro en la frontera con México para contener a los que intentan atravesar la línea divisoria sin documentos.

Tuvo duras palabras contra las caravanas y los migrantes. Los acusó de robar los empleos a los obreros estadounidenses, de desbordar los hospitales, aumentar la criminalidad y debilitar la protección social.

Medios de prensa destacaron las críticas al discurso de Trump, entre ellas la de Stacey Abrams, designada por el partido Demócrata para responder al discurso, quien dijo que lo que hace fuerte al país son los migrantes, no los muros.

Chuck Schumer, jefe de los demócratas en el Senado ironizó al afirmar que una vez al año, el día de su discurso, Trump despierta y descubre el anhelo de unidad del país, pero los otros 364 se los pasa dividiendo a la nación.

Una vez en su plan de lobo, no olvidó amenazar a Venezuela y dijo una cosa curiosa, que Estados Unidos nunca será un país socialista, algo que nadie en su sano juicio espera que ocurra… todavía.



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