Por Guillermo Alvarado
En noviembre de 2005 un grupo de jóvenes venezolanos cruzaron las puertas del local de adiestramiento del Centro de Estrategias y Aplicación de Acciones no Violentas, CANVAS por sus siglas en inglés, ubicado en Belgrado, Serbia, donde recibieron entrenamiento sobre técnicas de movilización social con el objetivo de derrocar gobiernos generalmente no gratos a Estados Unidos.
Uno de los alumnos capacitados en esta supuesta “fábrica de democracias” al estilo norteamericano, aunque tenga su sede en Europa, tenía a la sazón 22 años, lleva por nombre Juan Gaidó y recientemente se encaramó a una tarima en Caracas para autoproclamarse presidente temporal de la nación sudamericana.
La escritora Norma Estela Ferreyra comentó en un artículo reciente que si bien para el entorno local y regional este personaje era prácticamente un desconocido hasta hace unas semanas, esto no ocurría así con los servicios de inteligencia y subversión de Estados Unidos, que hace ya más de 13 años venían trabajándolo.
Por eso no fue casualidad que inmediatamente el gobierno de Donald Trump lo bendijese con su reconocimiento, que fue seguido pies juntillas por su ministerio de Colonias, la desprestigiada OEA, más algunas administraciones sumisas de América Latina y la complaciente Unión Europea.
Ahora bien, conviene conocer un poco más acerca de la entidad encargada de una parte de la formación de este sujeto, cuya irrupción en la escena política es cualquier cosa, menos casual o sorpresiva.
CANVAS se fundó en Belgrado en 2004 luego de analizar y sintetizar toda la experiencia recogida durante los disturbios que llevaron al derrocamiento del presidente Slobodan Milosevic en el año 2000, sobre todo de algunos de los líderes de esa revuelta, entre ellos Slobodan Đinović y Srđa Popović, fundadores del movimiento Otpor, Resistencia en Serbio y que aparecen a la cabeza del centro.
La función es adoctrinar a jóvenes en técnicas para promover el descontento social. Se basan en el principio de transformar la pasividad por medio del uso de consignas, símbolos, música, humor y un supuesto rechazo a los métodos no violentos, aunque el propósito final sea fracturar a la sociedad para hacerse con el poder.
Para que quede más claro, vean declaraciones de uno de sus instructores, Iván Marović, citadas en 2011 por la revista Política Exterior. Dijo así: "Las revoluciones son a menudo vistas como espontáneas... Parece como si la gente simplemente salió a la calle. Pero es el resultado de meses o años de preparación. Es muy aburrido hasta que se llega a un punto determinado, donde se pueden organizar manifestaciones masivas y huelgas. Si se planifica cuidadosamente, para el momento en que empiezan, todo ha terminado en cuestión de semanas. "
¿Recuerdan Ucrania, Egipto, Libia, Túnez, Nicaragua, o las guarimbas venezolanas de 2014, para mencionar algunas de esas “revoluciones” sorpresivas?
Ah, y ¿de dónde salen los recursos para mantener este centro? No de Serbia, por supuesto, ni de la Unión Europea. La mano que mece la cuna, mis amigos, es la de la Fundación Nacional para la Democracia, es decir la CIA o, más exactamente Estados Unidos, lo que nos da cita para otro comentario.