Por: Guillermo Alvarado

Con el pretexto de entregar ayuda humanitaria a la población venezolana supuestamente sumida en una crisis de graves proporciones, Estados Unidos protagonizó un espectáculo en la frontera con Colombia que se saldó con un sonoro ridículo y el rechazo de casi todo el mundo, incluidos varios de sus aliados, a una intervención militar en la Patria de Bolívar.

Se sabe que el fiasco provocó una severa reprimenda al usurpador, Juan Guaidó, por uno de sus jefes, el vicepresidente estadounidense Mike Pence, quien en la reunión del clan de Lima celebrada en Bogotá le reprochó no haber conseguido la desarticulación de la Fuerza Armada Bolivariana ni movilizar a los cientos de miles de seguidores que sólo existen en la imaginación de los complotados.

La fracasada aventura fue ocasión de recordar los resultados de anteriores operaciones de ayuda humanitaria protagonizadas por el imperio norteño, que jamás llevó a pueblo alguno a mejorar sus condiciones de vida, sino todo lo contrario.

La docente y politóloga Nazanín Armanian señaló en un artículo los casos de Yemen y Palestina, donde Washington ha intervenido con excusas como llevar la libertad y la democracia, pero a punta de bayoneta.

Más de tres años de bombardeos sobre la población yemenita han causado la peor crisis humanitaria del mundo, con 20 millones de personas necesitadas de ayuda para sobrevivir, siete millones al borde de la hambruna y decenas de miles muertos por las balas, las bombas o las enfermedades.

Mientras Trump ofrece ayuda en la frontera de Venezuela, rebajó de 300 a 60 millones de dólares el aporte a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, lo que dejó a más de cinco millones de seres humanos, muchos de ellos mujeres y niños, en total indefensión.

En Iraq sólo el embargo aplicado entre 1991 y 2003 mató a dos millones, por lo que está considerado como el más criminal del mundo. Nadie en las calles de Bagdad piensa que el país es más libre o democrático luego de la invasión norteamericana para, precisamente, llevarles esos valores al estilo occidental.

Armanian señala que en Sudán del Sur han muerto, de acuerdo con la ONU, unas 400 mil personas por la violencia y el hambre, pero occidente no ha enviado ni una libra de ayuda humanitaria, quizás porque el joven país africano no tiene petróleo.

Estados Unidos intervino en Guatemala en 1954 porque su gobierno se atrevió a fundar escuelas y hospitales, autorizar sindicatos y tocar los intereses de la United Fruit Company con una moderada reforma agraria. Esa agresión fue la semilla de una guerra interna de 36 años que mató a más de 200 mil guatemaltecos, dejó 50 mil desaparecidos y borró del mapa a unas 400 aldeas cuyas tierras pasaron a engrosar las propiedades de los terratenientes. Todo en nombre de la libertad y la democracia.

¿Quiere el pueblo de Venezuela ese tipo de ayuda humanitaria? No muchas gracias, seguro que no.