Por María Josefina Arce
Desde la década del noventa del siglo pasado Estados Unidos tiene los ojos puestos en la base de lanzamientos espaciales de Alcántara, en el nordeste brasileño. Un viejo anhelo norteamericano que esconde una amenaza para toda América Latina y el Caribe.
Cercana a la línea del Ecuador, el argumento estadounidense es que esta proximidad le permitiría ahorrar combustible en el lanzamiento de cohetes al espacio, pero todos sabemos que siempre con Washington hay segundas intenciones.
Aunque el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso suscribió en el 2000 un acuerdo con Estados Unidos, el Congreso de la nación suramericana echó por tierra los planes norteamericanos.
Los gobiernos del Partido de los Trabajadores que sucedieron a Cardoso a partir de 2003 nunca vieron con buenos ojos un convenio al respecto, que pondría en peligro la soberanía de Brasil y posibilitaría a los norteamericanos apoderarse de un lugar estratégico en la región.
Pero tras el golpe parlamentario contra la ex mandataria Dilma Rousseff y la llegada al poder de manera fraudulenta de Michel Temer, volvieron a salir a la luz las aspiraciones hegemónicas y colonialistas de Estados Unidos.
Con el gobierno de Temer se iniciaron conversaciones y con el mandato ahora del ultraderechista Jair Bolsonaro ha logrado Washington que se suscriba un convenio que, por supuesto, deberá ser sometido a consideración del Congreso brasileño.
En un artículo del diplomático Samuel Pinheiro Guimaraes, citado por Sputnik, señala el también secretario general de Relaciones Exteriores de 2003 a 2009 que en Alcántara se juega mucho más que una base aeroespacial, pues Estados Unidos busca tener una base en territorio brasileño en la cual ejerzan su soberanía y donde puedan desarrollar todo tipo de actividad militar.
Para el ex funcionario Estados Unidos tiene bases de lanzamiento de cohetes en su territorio, con equipamiento sofisticado, por lo que en realidad no necesita las instalaciones de Alcántara para esos fines.
Lo cierto es que la noticia del acuerdo ha hecho sonar las alarmas, máxime cuando es conocida la amplia historia de intervencionismo de Washington en otras naciones. Son muchos los que opinan que de lograr instalarse en Alcántara los norteamericanos no dejarán nunca la estratégica base de lanzamiento espacial que les serviría para sus planes hegemónicos en la región, poniendo en riesgo la soberanía no solo de Brasil, sino de las restantes naciones latinoamericanas y caribeñas.
Las intenciones norteamericanas también se reavivan en momentos en que el poderoso vecino del Norte tiene previsto poner en marcha en 2020 una fuerza espacial, una nueva rama de la defensa que podría desencadenar otra carrera armamentista, ahora con el cosmos como escenario.