Michel Temer, por fin en manos de la justicia

Editado por Maite González Martínez
2019-03-22 08:21:47

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Imagen / Youtube

El exgolpista brasileño Michel Temer, quien durante décadas logró evadir a la justicia gracias al poder que había acumulado en el Congreso del país sudamericano, fue capturado la víspera acusado de dirigir una organización criminal en Río de Janeiro, a donde fue trasladado desde Brasilia para continuar con las indagaciones.

Si bien de momento se trata de una prisión preventiva, existen suficientes evidencias de que Temer se benefició con jugosos pagos hechos por empresarios a cambio de favores, generalmente en forma de contratos con el Estado.

De acuerdo con una de las denuncias más contundentes, José Antunes Sobrinho, dueño de la empresa Engevix, pagó el equivalente de un millón de dólares al entonces ministro de Minas y Energía, Moreira Franco, uno de los hombres de máxima confianza de Temer y quien también fue capturado.

El juez Marcelo Bretas, quien dirige las investigaciones de la operación anticorrupción denominada “lava jato” dijo que todas las acciones ilícitas eran supervisadas y autorizadas por el expresidente impuesto tras un golpe de Estado legislativo contra Dilma Rousseff.

Aunque hubo numerosas denuncias en su contra, jamás prosperó ningún antejuicio para despojarlo de su inmunidad parlamentaria cuando era diputado, menos aun siendo ya presidente impuesto.

Llama poderosamente la atención que antes de cumplir tres meses de la entrega de su cargo a Jair Bolsonaro fuese arrestado, más aun siendo ministro de Justicia el juez Sergio Moro, uno de sus antiguos aliados en la cruzada contra Luis Inacio Lula da Silva para sacarlo de la carrera electoral.

Todo parece indicar que habiendo jugado su papel para impedir una victoria de Lula da Silva al frente del Partido de los Trabajadores, Michel Temer resulta un estorbo para sus asociados, que están dispuestos a sacrificarlo para apuntalar la imagen de Bolsonaro como un adalid contra la corrupción.

Como dijera el escritor Mario Puzo en su novela El Padrino, no se trata para nada de una cuestión personal entre Moro, Temer y Bolsonaro, sino que solo de un asunto de negocios, algo así como un tema de ética entre bandidos.

El caso es que el escándalo, si lo hay, podría revolver muchas cosas y llevar hasta una situación similar a la de Perú, donde la corrupción practicada por la firma brasileña Odebrecht tiene en prisión preventiva a la líder de la oposición de extrema derecha, Keiko Fujimori; un expresidente, Ollanta Humala, pasó varios meses tras las rejas; otro, Alejandro Toledo, está prófugo en Estados Unidos donde hay orden de extradición en su contra; y dos más, Pedro Pablo Kuczynski y Alan García, con prohibición de salir del país.

Temer, pues, es la punta de un iceberg de profundidades insospechadas y es cosa de que se ponga a hablar para que la basura llegue a todos lados y conozcamos de que están hechos estos políticos neoliberales, extremistas de derecha, puritanos de vitrina y santones con capucha, que lucen una cosa a la luz del día y son otra totalmente diferente en las sombrías horas de la medianoche.



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