Por: Roberto Morejón
La coincidencia en política internacional y la decisión de ampliar las relaciones en diversas esferas, destacaron durante las conversaciones en Moscú entre los jefes de la diplomacia de Cuba y Rusia.
El ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, y su par ruso, Serguei Lavrov, firmaron un acuerdo de cooperación inter-cancillerías y rechazaron la Doctrina Monroe de Estados Unidos para América Latina.
Los titulares de Exteriores impugnaron esa estrategia anacrónica que contempla el uso de la fuerza así como los intentos de injerencia foránea en Venezuela.
Rodríguez se opuso públicamente a las sanciones contra Rusia y Lavrov denunció el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
Ambos funcionarios criticaron la anticubana ley Helms-Burton, en especial su capítulo III, reactivado totalmente por la administración de Donald Trump.
Más allá de las similitudes de posiciones en asuntos políticos de candente actualidad, Rodríguez y Lavrov consideraron expedito el camino hacia el fortalecimiento de la colaboración económica.
Tras calificar de excelente el estado de los nexos, los dos diplomáticos pusieron de relieve los proyectos conjuntos en las esferas de transporte, infraestructura y automotriz.
También marchan satisfactoriamente los vínculos en materia de turismo, industria farmacéutica y biotecnológica.
Para los cubanos, resulta decisiva la contribución del país euroasiático en innumerables propósitos, entre ellos la construcción de cuatro bloques de generación eléctrica y la modernización de los ferrocarriles.
El encuentro entre Bruno Rodríguez y Serguei Lavrov en Moscú transcurrió después de un lustro marcado por una dinámica estable en el comercio bilateral.
Los intercambios de mercancías y otros bienes crecieron 17 por ciento en 2017 respecto al año precedente y en 2018 volvieron a ascender, esta vez 34 por ciento.
Una esfera clave de los lazos radica en los suministros de petróleo ruso y la asistencia para que los cubanos obtengan mejores rendimientos en la explotación de yacimientos del llamado oro negro.
Con la participación de compañías rusas, el país caribeño moderniza fábricas metalúrgicas y una de abonos nitrogenados.
Durante su visita a Rusia en noviembre pasado, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, abogó por trabajar en los sectores de telecomunicaciones y seguridad cibernética.
Los planes a corto, mediano y largo plazos de la economía de la mayor de las Antillas sitúan a Rusia como uno de sus asociados por excelencia.
Fijar ese horizonte es posible por su larga amistad y apoyo solidario y el carácter estratégico de sus nexos. FIN