La población mundial envejece y la economía debe adaptarse

Editado por Maite González Martínez
2019-05-30 08:09:57

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Por: Roberto Morejón

Si bien la propensión no es similar en el Sur empobrecido, la población mundial tiende a una mayor expectativa de vida y la economía sufre las consecuencias, con la consiguiente adaptación a esa peculiaridad.

Mientras en naciones del llamado Tercer Mundo la esperanza de vida se mantiene en cotas aún bajas, en el Norte industrializado y las economías emergentes está en alza el número de personas de la tercera edad.

Un informe sobre envejecimiento poblacional presentado por el Servicio de Estudios de la aseguradora Mapfre, de España, precisa que actualmente la cuarta parte de la población en el planeta rebasa los 60 años.

Con una edad media de 40 años, los terrícolas exhiben un alza exponencial de los jubilados, asociada a la mengua de las tasas de fertilidad y la subida de la esperanza de vida.

En esa cuerda, la Humanidad debe acomodarse a disponer de fuerzas laborales reducidas, gastos de salud en progreso, cuidados más sofisticados para los mayores de la familia y la espiral de los requerimientos de presupuestos en seguridad social y pensiones.

La senectud apreciable en numerosos países incide transversalmente en la economía al frenar la productividad y los salarios, independientemente del salto tecnológico.

El aumento de la edad media repercute en el declive de las inversiones y de la población activa así como en las contracciones de los comportamientos macroeconómicos.

Asociado al modelo neoliberal, la longevidad acarrea más desigualdad al sentir los ancianos mucho más el peso de la rebaja en los aseguramientos públicos y la privatización de los fondos de pensiones.

No por casualidad en Grecia los retirados marcharon por las calles en el ayer reciente, en protesta por la imposición de crueles recetas del Fondo Monetario Internacional a cambio de rescates financieros.

Tanto en el país helénico como en otras latitudes con apreciable desarrollo tecnológico decrecen los nacimientos entre los jóvenes y es mayor la supervivencia entre las personas de 60 años o más.

Como corolario, caen paulatinamente los índices de población activa en relación con los llamados cuidadores, es decir, los emplazados a atender las demandas de los mayores de la familia.

Todo ello dispara la dependencia adulta, sin que ese aviso sea escuchado por autoridades, empeñadas en adelgazar los déficits de los presupuestos.

De manera que el planeta está urgido de brindar más facilidades para que los decanos de las familias puedan mejorar su calidad de vida y disfrutar de estipendios provechosos.

Los que aportaron una trayectoria completa a funciones específicas merecen un descanso reparador, un reclamo que toca a las puertas de los jóvenes y los Estados.



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