Por: María Josefina Arce.
América Latina tiene una gran riqueza cultural, de gran diversidad, pero demostrativa de nuestra identidad. Incontables son los representantes de las diversas manifestaciones artísticas cuyas obras han roto con los límites geográficos y son reconocidas a nivel internacional, ese es el caso del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.
Contemplar sus cuadros es asomarse a Nuestra América. La denuncia de las injusticias, las torturas, las dictaduras y el dolor está presente en su gran obra. “La edad de la ira” es un reflejo de la violencia del hombre contra el hombre.
A esta serie de denuncia le siguieron otras, pues como bien afirmara su pintura era "para herir, arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el hombre hace en contra del hombre”.
El negro, el indígena y el mestizo y su marginación, pero también sus tradiciones y su identidad están presentes en la prolífica obra del que fuera declarado como el Pintor de Iberoamerica, en la Novena Cumbre Iberoamericana de jefes de estado y de gobierno, efectuada en 1999 en La Habana.
Pero también fue un enamorado de su país y dejó en numerosas pinturas su amor por Quito, la capital ecuatoriana. En pinturas como “Quito en naranja”, “Paisaje de Quito, y “Quito niebla verde” reflejó su fascinación por los paisajes quiteños.
“Ave blanca volando” es el significado en quechua del nombre de este notable pintor, que a lo largo de su vida estuvo comprometido con todos los procesos de cambio que vivía en el siglo 20 América Latina.
Condenó la invasión estadounidense a República Dominicana en 1965, denunció las dictaduras y el Plan Cóndor, puesto en marcha en América Latina en la década del 70 del siglo pasado para eliminar a los opositores.
Guayasamin fue un gran amigo de Cuba y un ferviente defensor de la Revolución cubana. Acompañó siempre al pueblo de la nación caribeña en su lucha por forjar su propio destino, sin injerrencia de nadie.
Denunció cada una de las agresiones de Estados Unidos contra Cuba en el seno de la OEA, Organización de Estados Americanos, y condenó la ruptura de relaciones decidida por el gobierno ecuatoriano en 1963.
Con el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, mantuvo una entrañable amistad, que también llevó al lienzo. A 1961 se remonta el primer cuadro que hiciera del estadista y que en la actualidad se encuentra perdido.
Cuatro retratos hizo el destacado artista plástico ecuatoriano de Fidel Castro, dos de ellos forman parte de la colección de la Casa Museo Oswaldo Guaysamín, ubicada en la parte más antigua de La Habana y que fuera inaugurada en 1993.
Una de sus iniciativas a favor y en homenaje a la humanidad fue la Capilla del Hombre, a cuya inauguración en Quito en 2002, ya fallecido el pintor, asistió el líder de la revolución cubana, junto al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
La emblemática edificación fue declarada “Proyecto prioritario para la Cultura” por la UNESCO, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y por las autoridades ecuatorianas como Patrimonio cultural del estado.
Cien años se cumplen del natalicio de Guayasamin, el pintor de Nuestra América, que dejó su impronta en la región y el mundo. Su obra es un recordatorio de los crímenes que se cometen diariamente contra el ser humano, un grito de denuncia y de angustia, pero también un llamado a erigir un mundo más justo y equitativo.