Por: Guillermo Alvarado
Ante el cúmulo de desgracias que la vida y el mundo nos ponen enfrente cada dia, resulta reconfortante hablar de cuando en cuando de cosas positivas y esta semana destacó la información sobre los resultados de algunos medicamentos que disiminuyen la mortalidad por el virus del Ébola.
Se trata de dos tratamientos basados en anticuerpos monoclonales, obtenidos a partir de pacientes que tuvieron ébola y se curaron.
Entre quienes los recibieron en la República Democrática del Congo la tasa de sobrevivencia llegó hasta el 90 por ciento, un dato muy esperanzador porque desde las primeras epidemias conocidas en África a partir de 1976, casi la mitad de los que se contagiaban con ese peligroso virus fallecían.
Se une esta noticia al resultado alentador de una vacuna que se distribuye a la mayor cantidad posible de habitantes de la RDC, donde el brote de ébola ha matado a más de mil 800 personas, de ellas unos 500 niños.
Estamos, pues, ante un avance importante para luchar contra una enfermedad que aterroriza a mucha gente, no sólo en el continente africano, sino que también en otros lugares del mundo.
Considero oportuno, sin embargo, advertir contra un exceso de optimismo de algunos profesionales y medios de prensa que proclamaron que el ébola ya tiene curación.
El día en que podamos decir eso será una jornada de júbilo, pero por ahora se trata de una etapa de experimentación, una especie de prueba de campo acerca de la cual no se han ofrecido resultados definitivos.
En todo caso, si esto se comprueba así, aún será temprano para echar las campanas al vuelo y a continuación ofrezco algunas consideraciones.
Primero que nada hay que decir que los preparados monoclonales los hace una firma estadounidense y de momento se distribuyen gratuitamente porque están en fase de prueba. Cuando finalice y se confirme su efectividad se registrará una patente y entonces se comenzará a hablar de precios y surgirá la disputa de quién pagará la factura, que dificilmente podrán ser los enfermos o sus gobiernos.
En el código genético del capitalismo no existe una conducta como la de Cuba, que entrega a la humanidad sus conocimientos y profesionales para mitigar los dolores y enfermedades de los más humildes.
En segundo lugar, el hecho de que exista un tratamiento no significa para nada que la enfermedad vaya a desaparecer y ejemplos sobran.
Menciono solo dos, el cólera y la tuberculosis, que son curables pero todos los años matan a decenas de miles de personas en todo el mundo.
Celebramos que haya buenas nuevas sobre el ébola, pero hacemos votos porque vayan acompañadas por la voluntad política, sobre todo de los países más ricos, para eliminar el caldo de cultivo donde males como estos florecen: la pobreza, las guerras, la inseguridad, el hambre y la exclusión.
Buenas noticias sobre el ébola
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