Por: Guillermo Alvarado
Como un golpe de Estado calificaron muchos la decisión del primer ministro británico, Boris Johnson, avalado por la reina Isabel II, de cerrar las actividades del Parlamento desde septiembre hasta mediados de octubre con el propósito de impedir un debate acerca de la salida de la Unión Europea sin un acuerdo previo.
Cuando Johnson asumió el cargo en sustitución de Theresa May el 24 de julio, prometió que sacaría al Reino Unido de ese bloque continental el 31 de octubre, con acuerdo o sin él, pero nadie pensó que llegaría tan lejos como para suspender las tareas del organismo legislativo con tal de conseguir sus metas.
La oposición laborista, liderada por Jeremy Corbyn, propuso que la semana próxima se analice una moción de censura contra el jefe de Gobierno, y si la gana formar un equipo de transición que negocie con Bruselas un divorcio mesurado, donde queden claras las reglas para todos.
Otros partidos más moderados buscan salidas menos drásticas, pero todos criticaron la acción de Johnson que vino a encender el debate, quizás entusiasmado por las promesas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que si se va de la Unión Europea firmará inmediatamente un acuerdo comercial como nunca se ha visto en la historia de los dos países.
De hecho Trump volvió a intervenir en los asuntos internos británicos cuando afirmó que Johnson es lo que más necesita en estos momentos el Reino Unido.
Tom Watson, nùmero dos del partido Laborista, dijo que "es una afrenta absolutamente escandalosa a nuestra democracia", y Tom Brake, lídel del centrista Partido Liberal Demócrata, asegurò que "La madre de todos los parlamentos no le permitirá marginar a la asamblea de la mayor decisión que enfrenta nuestro país. Su declaración de guerra será recibida con un puño de hierro".
Para que se tenga una idea de la indignación que existe entre las personas en el Reino Unido, una petición contra el cierre temporal del Parlamento reunió en solo dos días más de un millón de firmas y el conteo sigue subiendo, por lo que tendrá que ser analizada, quiéralo o no Johnson.
Asimismo, el Financial Times, uno de los más influyentes diarios británicos, publicó un editorial donde califica la medida del primer ministro como un ultraje a la democracia e instó a los legisladores a dar un voto de desconfianza al gobierno y convocar a nuevas elecciones antes del 31 de octubre, fecha en que debe consumarse el brexit.
El escándalo también afectó a las propias filas conservadoras, pues la presidenta de esa organización en Escocia, Ruth Davidson, renunció a su cargo lo que podría costarle a Johnson una docena de votos en caso de haber elecciones anticipadas.
Desde que en 2016 se realizó el referendo sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, esa decisión le ha costado el cargo a dos primeros ministros conservadores, David Cameron y Theresa May. ¿Será Johnson el tercero en este listado?