Por: Roberto Morejón
Las valientes comparecencias del ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, en la Asamblea General de la ONU y el Movimiento de los NO Alineados, ilustran la verdad de la situación de este país, sometido a un agresivo bloqueo.
Con frecuencia, los medios de comunicación hegemónicos amplifican puntos de vista deformados sobre la realidad de Cuba, porque encajan en la liturgia estadounidense.
Es por eso que las intervenciones del canciller de la nación caribeña en Nueva York se esfuerzan por aclarar las dificultades de este país, acrecentadas por el cerco de Washington.
El titular de Exteriores de Cuba destacó en sus contactos públicos dos de los más encarnizados ataques del país norteño contra su vecino caribeño en los últimos tiempos.
Se refirió Rodríguez Parrilla a los intentos de la administración del beligerante presidente Donald Trump de dibujar a Cuba como responsable de las decisiones tomadas por el gobierno constitucional de Nicolás Maduro, en Venezuela.
Partiendo del artificio de que Venezuela NO es independiente, Washington atribuye a La Habana un control supuestamente imperial sobre los destinos de la nación bolivariana.
Como explicaba el jefe de la diplomacia cubana, de esa forma Trump y sus desatinados colaboradores tratan de justificar su fracaso en derrocar al gobierno constitucional de Venezuela.
Otra de las más radicales arremetidas en muchos años tiene relación con los planes de Trump de obstaculizar los envíos de petróleo a Cuba.
Su tenaz persecución a navieras y compañías aseguradoras originó un vacío transitorio en el aprovisionamiento de diésel a la mayor de las Antillas.
Sobrevino entonces el plan interno para ahorrar el combustible almacenado, con inevitables penurias para la población.
La responsabilidad por esas privaciones recae en la administración Trump, aunque las transnacionales de la información afirmen veladamente que la causa se atribuye a la ineficacia del gobierno cubano.
Estamos en presencia de medidas criminales, NO convencionales, como las calificó enérgica y oportunamente el canciller cubano en Nueva York.
El arsenal del magnate republicano se inscribe en una política que, al decir del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, desprecia el multilateralismo y ha decidido regresar al mundo a sus peores tiempos.
Ahora bien, las severas dificultades, encaradas resueltamente por el gobierno, NO arrancarán concesiones a los cubanos.
Es cierto que a las últimas acechanzas se agregan otras de larga data, pero los cubanos salen al encuentro del empuje pernicioso de los aventureros, rodeados de podredumbre, dominantes en la Casa Blanca.