Por María Josefina Arce (RHC)
Larga es la tradición de lucha de los cubanos, que tuvo en el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua, en el oriente del país, la reafirmación de las aspiraciones independentistas de nuestro pueblo.
Allí, cuando el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, dio la libertad a sus esclavos se comenzaría a transitar por el camino para lograr la real y verdadera independencia de Cuba, que llegaría con el triunfo revolucionario de enero de 1959.
En aquella República en Armas se gestaron la vocación y apego a los principios democráticos que caracterizan a la Revolución cubana, que bebió de nuestras propias raíces y acudió al pensamiento social, humanista y patriótico de los más notables próceres de nuestra nación.
Se consagraría así a partir de ese momento el poder al pueblo, fortaleciéndose a través de la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano supremo del poder del Estado, surgido en la década del 70 del siglo pasado y que representa y expresa la voluntad soberana de todos los cubanos.
Y hoy 151 años después, como aquel 10 de octubre, en una jornada de gran significación histórica los cubanos, a través de sus representantes en el Parlamento eligieron a un nuevo gobierno, en cumplimiento de lo que establecen las nuevas Constitución y Ley Electoral, vigentes desde abril y julio pasado, respectivamente.
Es así que de entre sus propios miembros y tras un exhaustivo análisis e intercambios de la Comisión de candidaturas con los diputados, la Asamblea eligió a Miguel Díaz Canel como presidente de la República, un cargo que se restaura a tenor con lo expresado por la nueva Carta Magna, nacida del debate y el aporte de cada cubano.
Como vicepresidente fue designado Salvador Valdés Mesa.
A partir de este 10 de octubre el presidente y vicepresidente de la nación inician su primer período de mandato, de los dos posibles que regula la Constitución.
Igualmente fue electo como presidente de la Asamblea Nacional Esteban Lazo, quien también fungirá ahora al frente del Consejo de Estado, de acuerdo con los cambios introducidos por la Carta Magna.
Como vicepresidente los diputados designaron a Ana María Mari Machado y como secretario a Homero Acosta.
Asimismo se escogió a los restantes integrantes del Consejo de Estado, que ahora está conformado por 21 miembros, como estipula la Ley de leyes que desde abril rige en el país.
Ninguno de ellos podrá ser miembro del Consejo de Ministros, ni titular del Tribunal Supremo de Justicia, de la Fiscalía General ni de la Contraloría, según otra modificación constitucional.
Estos y otros venideros cambios, como la designación por el presidente de la República del primer ministro, pero que deberá ser aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular, responden a la necesidad de propiciar un mejor funcionamiento de todos los órganos estatales y administrativos.
Cuba vive profundos cambios en aras de perfeccionar su sistema político, sustentado en el poder del pueblo, pues como sentenciara el Héroe Nacional José Martí: “Solo echan raíces en las naciones las formas de gobierno que nacen de ellas”.