Guatemala: nueva sucursal del infierno

Editado por Maite González Martínez
2019-11-01 07:41:58

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Imagen ilustrativa. (Foto/AFP)

Por: Guillermo Alvarado

El gobierno de Estados Unidos, encabezado por el polémico magnate Donald Trump, ultima los detalles de un plan para enviar a Guatemala a miles de migrantes que están estancados en su frontera sur en espera de una respuesta a su solicitud de asilo en la nación norteña.

La Casa Blanca se dispone así a poner en práctica un acuerdo firmado a mediados de año con el presidente Jimmy Morales, a pesar de que el Congreso del país centroamericano aún no lo ha ratificado.

Esto último no parece ser un obstáculo significativo para Trump, acostumbrado a negociar al más puro estilo mafioso, esto es poniendo una pistola cargada en la cabeza de su interlocutor.

Se trata de un argumento irrefutable. Si el pequeño y atrasado país no acepta convertirse en una sucursal del infierno, simplemente le cortará todo tipo de ayuda, lo que implica cerrar diversos programas, agricolas, educativos, de salud, capacitación y apoyo a micro y pequeñas empresas en el área rural.

Hay que decir que estos proyectos, generalmente implementados con dinero de la USAID, Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, permiten disfrazar la ineficacia de gobiernos como el de Morales para atender las necesidades de la población.

Por eso es que tampoco hay una gran oposición que digamos de las autoridades guatemaltecas para aceptar el capricho de Trump, así que lo más seguro es que pronto comenzarán a arribar aviones cargados de gente desesperada.

Se trata de un plan artero, porque muchos de los afectados son originarios precisamente de Centroamérica y ahora se encuentran de retorno casi en el punto de partida, sin ninguna garantía de que su solicitud de asilo será resuelta, ni tampoco de cómo van a sobrevivir.

Guatemala es el país más poblado de América Central, y también el más pobre. Allí los que pueden mandan a sus hijos a colegios privados, se atienden en hospitales particulares y los pequeños, medianos y grandes negocios contratan su propia seguridad, porque todos esos servicios que ofrece el Estado son un completo desastre, no funcionan.

La desnutrición crónica afecta al 49,8 por ciento de los niños de 0 a 5 años, o sea uno da cada dos; la mortalidad infantil es de 23,9 por cada mil nacidos vivos y si alguien quiere verificar las atroces condiciones de vida de la mayoría, no tiene que salir de la capital, basta con ir a los barrancos que rodean a la ciudad.

Eso sí, su presidente tiene el mayor salario de toda América Latina y El Caribe. Por mantener a su pueblo en la miseria, gana 19 mil 300 dólares mensuales, 50 veces el salario mínimo fijado en ese país. Por eso, si a alguien se le ocurre recibir a los infelices que serán expulsados del “paraíso” capitalista, puede plantar en el aeropuerto guatemalteco un cartel que diga: “Bienvenidos... a ninguna parte”.



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