Por: Guillermo Alvarado

La pandemia del Sindrome de la Inmuno Deficiencia Humana, SIDA, que es responsable de la muerte de 25 millones de personas hasta el momento, se mantiene como una grave amenaza para nuestra especie que no puede bajar la guardia a pesar de la disminución en su letalidad.

las investigaciones realizadas, sobre todo el descubrimiento de los antiretrovirales, permiten prolongar la vida de los infectados con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana, VIH, causante de la enfermedad.

Sin embargo las estadísticas difundidas por la ONU con motivo de la conmemoración la víspera del Día mundial de la lucha contra el SIDA, advierten que el peligro está lejos de haber pasado.

Hay en estos momentos 37,9 millones de contagiados con el VIH, de los cuales 24,5 reciben tratamiento, un dato alentador pero al mismo tiempo inquietante, pues significa que más de 13 millones están en riesgo inminente de muerte, sobre todo en países subdesarrollados.

Además el 21 por ciento de los seropositivos ignoran su condición, por lo que son potenciales difusores del mal, un dato para nada despreciable y que los gobiernos deberían tener en cuenta a la hora de diseñar sus programas de salud.

África se mantiene como el continente más afectado por la pandemia. Allí viven el 54 por ciento de las personas con SIDA de todo el mundo y es donde se registra la mayor cantidad de nuevos contagios.

En Europa del este y Asia central los infectados aumentaron este año en 29 por ciento y en el Oriente Medio y el norte de África el incremento fue de 10 puntos.

América Latina y El Caribe registraron un descenso de fallecimientos por SIDA del 14 por ciento entre 2010 y 2014, pero al mismo tiempo la cifra de nuevos infectados se incrementó en 7 por ciento en ese mismo período.

A este paso será muy difícil cumplir para 2020 la denominada meta de 90-90-90, que significa en aumentar en ese porcentaje al número de personas que saben que portan el VIH, que tienen tratamiento con antiretrovirales y que logran tener una carga viral no detectable, es decir que no pueden transmitirlo.

Destaca en este sentido la situación en Cuba, donde a pesar de las dificultades de acceder a medicamentos y equipos de alta tecnología por el bloqueo que mantiene Estados Unidos, marcha a la cabeza de la región y el continente en la lucha contra este síndrome.

Aquí existe la prevalencia más baja de infecciones, con el 0,2 por ciento entre personas de 15 a 49 años, está controlada la transmisión sanguínea y fue el primer país en eliminar el contagio madre-hijo, no solo de SIDA sino que también de sífilis.

Es una muestra más del éxito del sistema de salud cubana, basado en el principio martiano de que es mejor precaver que curar y que ve al enfermo como un ser humano que sufre, y no como un cliente que pagará una factura. Cuba es un buen ejemplo de que la educación para prevenir y el sentido humanista en que está organizada la sociedad, son tan, o más, importantes que los recursos.